Los lucenses, que son ellos moderados y muy tranquilotes, acaban de darnos una lección impagable. La de que la rebelión ciudadana obtiene siempre los frutos deseados y que si luchas puedes perder, pero, si no, estás perdido. Y de paso han dejado en evidencia, por no decir en ridículo, a una parte de su clase política que, sorprendentemente, se opone a mejoras sanitarias en la provincia a la que representan. Y de la que comen.
Lo que los responsables de los populares en la provincia se negaron a respaldar y a gestionar llegará al Parlamento como iniciativa ciudadana, con el apoyo de 20.000 lucenses. Piden que se cumpla la promesa del presidente Feijoo de contar con servicios de hemodinámica 24 horas, radioterapia y medicina nuclear. Vamos, lo que se corresponde con un centro vendido como ejemplo de modernidad y buena gestión sanitaria.
Los líderes conservadores defendieron lo innecesario de tales servicios. Descalificaron a quienes se pusieron al frente de la reivindicación. Pero, aunque tarde e innecesariamente, acaban de sumarse a la propuesta. No porque lo quisieran, sino porque los ha arrastrado la rebelión social.
Y es que parece que los tiempos están cambiando. Aunque algunos siguen sin enterarse.