Señor, con todo mi respeto

OPINIÓN

15 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Señor, con todo mi respeto, España se encuentra en un momento crucial de su devenir histórico, acosada por independentistas, por republicanos irredentos, por el despertar de odios que creíamos inoculados, por la crisis económica y social, y por el fin de un modelo de sociedad del bienestar que es difícil que retorne a Europa.

De la mayor parte de la actual clase política, ancilar, extractiva y convertida en casta, no se puede esperar mucho. Pero usted, agarrando por los cuernos la piel de toro de esta España desgarrada, sí puede impulsar una segunda transición apoyándose en hombres y mujeres con visión de Estado que habitan aún entre los pliegues de los partidos mayoritarios. Ellos sabrán sacrificarse e incorporar a la Carta Magna a las nuevas generaciones, a las que hay que escuchar y atender.

Los Bellido Dolfos de Pujol, Maragall y Arzalluz, junto con los comunistas, han traicionado la Constitución y los pactos que alcanzaron para redactarla, apoyarla, firmarla, refrendarla y jurarla o prometerla. Por eso usted, con los poderes constitucionales que retiene y la auctoritas acumulada, debe estimular cuanto antes esa reforma porque si no los secesionistas, con la educación y la televisión pública utilizándolas como formidables máquinas de hacer independentistas, habrán ganado la partida y construido una nueva realidad edificada sobre un montón de infamias y felonías.

Señor, a la Corona le corresponde ejercer una función arbitral y moderadora que adquiere su plenitud cuando se trata de asuntos que afectan a la unidad y permanencia de la nación y del Estado, cuyo símbolo es precisamente el rey.

Señor, con todo mi respeto, embride al país para nuevas décadas de ilusión en común. Esta vieja nación con más de quinientos años de unidad nacional y el refrendo universal de los siglos no se merece el final que se intuye por culpa de la desidia de los más y el ataque furibundo de los menos.

Señor, con todo mi respeto, no permita que el siglo XXI sea para España la patria de nuestros antepasados y el de nuestro final en la historia. En la transición no había muchos monárquicos, pero sí abundantes juancarlistas. Ahora, de los primeros quedan pocos y los segundos merman, pero aproveche que aún hay tiempo y ciudadanos que saben que el poder moderador de la monarquía es el que da estabilidad a una nación difícil de gobernar, y dé el paso.

Señor, con todo mi respeto.