Son unos protestones y unos desconsiderados. Las mamás y los papás que se soliviantan tanto por el copago de los comedores escolares deberían de saber que el horno no está para bollos. Que decía mi abuela. Los profesores que paran porque quieren menos alumnos por aula tenían que saberse unos privilegiados. Los universitarios que montan una revolución por el recorte en las becas no son conscientes de la situación del país. Y los que se manifiestan por la reducción de ayudas para libros no saben de sacrificios.
Con el inicio de curso, padres, alumnos, profesores, sindicatos, gruñones, revoltosos y apegados se han lanzado a denunciar los recortes, atropellos, carencias y desidias en materia educativa. Como si solo fuesen ellos los que tienen necesidades.
Los de la educación son unos insolidarios. Lo fueron siempre. No se dan cuenta de la situación en la que está el país y de que lo poco que tenemos lo necesitamos para otros menesteres. A ver si no vamos a poder rescatar la banca, pagar las deudas del fútbol, los aeropuertos, los juegos olímpicos, los premios de fórmula 1, los peajes de los ERE y los sobresueldos por culpa de las becas, los comedores y los libros. A ver qué se creen.