Siempre fue una competición para los mismos. Así era la Copa de Europa y el formato Champions dificultó todavía más las sorpresas. Sin teclear en Google y a golpe de memoria, hay que remontarse en el río del tiempo para ver a un desconocido Mónaco en la final y a un sorprendente Steaua como campeón (y con Schuster sustituido y en un taxi mientras la final de Sevilla seguía). Pero es que encima la brecha ahora es mayor. La lista de grandes cada vez es más pequeña. Grandes de nombre hay muchos, pero gigantes como Usain Bolt ya solo quedan tres. O dos, si estrechamos la pista. Bayern, por supuesto, y Real Madrid. El tercero sería el Barça (Messi obliga). Y después vienen todos esos equipos que siguen dando miedo, pero cuyas plantillas han perdido peso. Manchester United, Chelsea (Mou obliga) o Milán, entre otros. En la cola de los grupos están clubes como el Copenhague o el Austria de Viena, cuya presencia semeja más cosa de turismo que de fútbol. Aunque ya saben que hacer pronósticos es tan difícil como bailar cometas.