Palcos y podios

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

11 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Allá donde brille una medalla olímpica o un trofeo que levantar habrá un político ilustre. Son esos que se mueven con soltura extraordinaria entre el palco y el podio. Siempre produce sonrojo ver cómo se acercan al deportista triunfante para compartir el éxito. No importa el partido ni el cargo. El socialista Jaime Lissavetzky coleccionó laureles como secretario de Estado para el Deporte e incluso repartió curiosas bendiciones y maldiciones en cuestiones de dopaje. Mariano Rajoy, con el millonario rescate a la banca española todavía encima de la mesa, se subió a un avión para ver en Polonia el primer partido de España en la Eurocopa. El rey ha superado más de un problema físico para acudir a grandes premios de fórmula 1 en Abu Dabi. Muchos van a la caza de la foto con el ganador como si acudieran a un safari en la sabana africana. Y en esta cacería, Rafa Nadal es el equivalente al rinoceronte negro o al lince ibérico. De ahí la sonrisa de la ministra Ana Mato en la final del US Open de tenis. En esencia, los buscadores de metal son los mismos que poblaron la representación de Madrid 2020 en Buenos Aires. Aderezados con algún atleta, con algún empresario, con alguna actriz fuera de plano. Vendiendo una nueva burbuja y prometiendo a los deportistas, esos que jamás cobrarán una centésima parte de lo que Bale o Messi, que con los Juegos volverían a engordar sus becas. Ahora, sin asientos VIP a la vista, quizás caigan en el olvido los atletas. Hasta que vuelvan a subir al podio. Entonces los extremos volverán a unirse. Porque quizás solo España puede condensar en poco más de dos días el ridículo de Madrid y la lección de Nadal.