A ver si nos aclaramos. Al Asad no tiene armas químicas pero está dispuesto a entregarlas. El premio nobel de la paz Obama hace votos por un ataque con misiles. España no apoya la intervención, pero tiene sus bases a disposición de los atacantes. Cameron quiere sumarse a la fiesta, aunque ahora mismo busca otras vías.
Nos está resultando complicado comprender a esta buena gente que nos conduce por los caminos del éxito. Nos están acostumbrando a hacer lo contrario de lo que dicen. Vivimos en la contradicción permanente. En el absurdo. Y en todo el mundo. El gran timonel Rajoy no quiere ni oír hablar del nuevo estatus para Cataluña, pero negocia en privado con Mas. España es un ejemplo planetario de recuperación económica pero casi seis millones de ciudadanos siguen los lunes al sol. Tenemos la admiración del mundo mundial y nos tiran en la primera votación. Quieren llegar al fondo de la tragedia de Angrois pero tumban la comisión de investigación parlamentaria.
No intentemos aplicar la lógica. Esto es un desbarajuste permanente del que nada entendemos porque se han doctorado en trilerismo dialéctico. Es lo que se lleva. Dejó dicho Napoleón que nada va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen a los hechos. Pero ni caso.