Dos no discuten si uno no quiere. Y en eso se empeña Rajoy con especial fruición. El presidente inicia hoy en Rusia un viaje internacional en el que podrá respirar aliviado al alejarse de los pequeños problemas de todos los días. Que es como él vive el caso Bárcenas. Menudencias para un estadista que ya solo quiere ocuparse de los grandes asuntos, esto es, de las principales cifras macroeconómicas. Que es lo único a lo que puede agarrarse, aunque sea un clavo ardiendo. Porque la economía dista mucho aún de ir bien, aunque vaya menos mal que hace un año. ¡Es lo único que faltaba!
El presidente huye de lo que le molesta, aunque eso que le incomoda ponga en juego la reputación de las instituciones. Es el derecho y hasta el deber del PSOE insistir para que Rajoy cumpla con su obligación democrática de dar explicaciones en el Parlamento. Ocurre que su credibilidad es tan escasa como la del presidente y todo parece más un intento de aferrarse al caso Bárcenas como un chacal a su presa que un esfuerzo por esclarecer la verdad.