Velocidad

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

28 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En general, los afanes de moverse con presteza de uno a otro lugar parecen estar inscritos en la naturaleza humana, ya desde la vida nómada. En la génesis de la locomoción, conseguir velocidades elevadas era objetivo indeclinable en la mente de los constructores de toda clase de vehículos. Vencer distancias en tiempo mínimos es como una persistente fijación. De hecho, la historia de la accidentalidad está inseparablemente unida a los malos usos de la velocidad. Hoy y ahora, Santiago, tan cercano, se llena de dolor y de lágrimas, como rindiendo crudelísimo tributo a la velocidad mal empleada. Los frutos del ingenio humano se traducen, a veces, en objeto de alienación para volverse contra el mismo hombre. Como recordaba Juan Pablo II, «el hombre actual parece estar siempre amenazado por lo que produce». Y como el drama forma parte de la existencia, queda reconocer las propias limitaciones y aceptar la primacía de los valores morales en todo quehacer.