Gestionar no es confiscar

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

24 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

¡La imaginación al poder! Necesitamos gestores que busquen y promuevan un modelo económico capaz de generar ingresos. Necesitamos gestores públicos que mantengan vigentes los espacios de la ciudadanía real. Necesitamos gestores que, desde la dignidad nacional, pongan freno inmediato a los dicterios de la troika, en nombre de la soberanía.

Empiezo por exigir soluciones. No podemos mantener la caída libre de los derechos sociales constitucionales. Gestionar -tomar decisiones- no puede seguir al servicio de la confiscación: quitarnos lo que es nuestro.

Galicia es un fragmento de Estado. Así lo proclaman las competencias de su Estatuto de Autonomía, que gestiona la Xunta y autoriza el Parlamento. No podemos tolerar que lleguen nuevas órdenes desde el FMI, el BCE o instancias que han promovido préstamos a modo de trampa, en nombre de la moneda única, para convertir a los Gobiernos de España y sus comunidades en agentes confiscatorios de los derechos, para el control del gasto.

Así, la Xunta confisca el derecho a la sanidad pública, al menos donde más la conozco: en A Mariña. Para que las cuentas públicas se dobleguen ante los mandatos que pasan por Madrid, pero vienen desde Bruselas, tenemos que pagar las prótesis de rodilla y cadera, con la promesa -ahí está la trampa- de reintegro del gasto. ¿Y quien no disponga de liquidez para adelantar el dinero, qué hace?

Como hay que suprimir cerca de cuatro mil empleos públicos, la Xunta no cubre las vacantes de profesores y médicos. Cierra instalaciones próximas al ciudadano, sobre todo al mayor, en el medio rural, precisamente cuando han esgrimido ante Madrid esos dos factores sociales: envejecimiento poblacional y dispersión. En el caso particular de A Mariña, se trata de concentrar en Lugo, usando las clínicas privadas-concertadas, la asistencia sanitaria que antes se prestaba con vocación integral e integrada desde Burela. Gestionar es confiscar servicios y puestos de trabajo, para que ingresos y gastos den la cifra que manda Bruselas e impone Madrid. Sin trabajo no hay cotizaciones a la Seguridad Social, ocasionando la merma de los ingresos al sistema de las pensiones. Solución del modelo: confiscar el poder adquisitivo del pensionista.

¿Dónde quedó el orgullo nacional frente a la injusticia, la desigualdad y la pobreza?