Fusionados

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

07 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los vecinos de A Illa de Arousa, los de Burela y los de Cariño fueron los últimos que pudieron celebrar sus históricas demandas de contar con concello propio. El arousano, hace dieciséis años, el de Burela, que abandonó Cervo, dos años antes, y el de Cariño, segregado de Ortigueira, hace un cuarto de siglo. En aquellos tiempos ya era evidente que la organización política de Galicia, con más de 300 municipios y más unidades de población que el resto de España junta, era un modelo inviable. Pero en la reivindicación de los procesos de secesión municipal no pesaba entonces, como pesa ahora, la anemia financiera. Se valoraron más los argumentos de carácter histórico, demográficos, sentimentales y quizás la conveniencia partidista. Hoy esas segregaciones quizás fuesen inviables.

Ayer la Xunta ratificó el primero de los casos en el proceso inverso. La fusión de Oza y Cesuras, dos pequeños municipios rurales del interior de la provincia de A Coruña que sumarán algo más de 5.000 habitantes. Este paso, que patrocinó Diego Calvo desde la Diputación y que bendijo Feijoo, no está mal como ensayo para empezar. Galicia necesita reducir el número de entidades locales, pero no solo las minúsculas para crear otras aún pequeñas.

Hay agrupaciones necesarias en torno a las grandes concentraciones urbanas. Difíciles, pero posibles. Son lugares que ya están obligados a gestionar de forma conjunta saneamientos, bomberos, abastecimientos, pero en los que se duplican servicios para los que no se recauda suficiente. Más que resistencia ciudadana -en la práctica ya viven fusionados y no pierden su identidad- hay reticencia de políticos. Son sus taifas.