El cabreo de Aznar

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

23 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Comprendo, señor Aznar, que esté usted cabreado. No es para menos. Puso a Mariano Rajoy al frente del rebaño y muchas de las ovejas se han descarriado. Las había clonado pulcramente y, de repente, comienzan a dar brincos y a comportarse como carneros. Extraviada la brújula, tomaron la dirección opuesta a la que señalaba el programa. Cristóbal Montoro representa el caso más notorio de esa extraña mutación genética: en los tiempos gloriosos se dedicaba a bajar los impuestos y ahora, con más galones en la bocamanga, se dedica a subirlos como un poseso. Y aún se atreve a lanzar pullas a su exjefe y aplazar «las añoranzas melancólicas para otro día». Por eso entiendo, señor Aznar, su indignación, su disposición a ocupar la plaza vacante de la oposición e incluso que sopese la posibilidad de regresar para acabar con la «lánguida resignación» de su heredero.

De todas maneras, está usted siendo un pelín injusto con los suyos. Una parte de su legado permanece vivo y en recuperar la otra parte trabajan con denuedo Rajoy y sus mariachis. Nuestros ministros se afanan en desbrozar el camino para que recule el autobús de la historia. El retorno al pasado, como en la vieja película -cine negro, por supuesto-, está en marcha. El refranero popular impone su sabiduría, y más aún en el desolado paisaje que atravesamos: cualquier tiempo pasado fue mejor.

Permítame, señor Aznar, romper una lanza por este Gobierno. Quiere seguir su estela y retomar la virtuosa ruta de antaño. La que lleva a una justicia de lujo y minorías, con tasas solo al alcance de bolsillos forrados. La que conduce a un sistema educativo que reconvertirá ciudadanos díscolos en súbditos leales y sumisos feligreses. La que resucitará el aborto clandestino solo para quienes no puedan acceder a la clínica amiga o sufragarse un fin de semana en Londres. La que, a través de la amnistía con 75 años de perdón, nos retrotrae a la desprotección y el enladrillamiento de la costa. Incluso las rentas y los derechos tienden a volver a los niveles de antes de que nos embarcáramos en una orgía de crédito y de consumo.

Me pongo en su lugar. Estoy convencido de que, con usted al volante, retrocederíamos más deprisa y sin templar gaitas. Aumentarían las prestaciones de la marcha atrás y además, incluso por motivos de seguridad, siempre es preferible el conductor experimentado al sucedáneo.

Leo que, ahora, todos los que ayer se arracimaban bajo sus alas lo niegan más veces que Pedro a Cristo. Lo de Jesús Posada llega a la ignominia. «Las cosas se van para no volver», indicó, precisamente él, que ha sido recuperado del ostracismo para presidir el Congreso. La única excepción se llama Ana Mato: Aznar, dijo, «representa el sentir del Gobierno». Tal vez los regalos de boda, bautizos y cumpleaños, cuando proceden de la misma generosa mano, unen mucho.