Al PPdeG le ocurre lo que al coronel creado por la imaginación de Gabriel García Márquez. Que no tiene quien le escriba. El diputado popular Pedro Puy se queja de que ninguno de los tres representantes de los restantes grupos parlamentarios contestaran a la carta que les fue enviada en busca de pronunciamiento sobre la reducción de escaños pretendida por el Gobierno gallego. De no estar sentado, el señor Puy debiera empezar a pensar en sentarse, pues esa misiva jamás llegará. Si acaso recibirán otras llamando narcotraficante o macarra a Feijoo, pero la esperada nunca arribará al buzón de los populares.
¿Es alguien tan ingenuo para creer que los diputados actualmente en la oposición van a renunciar motu proprio a la bicoca que supone ocupar un escaño en el Parlamento gallego? Lo que pretende Feijoo es predicar con el ejemplo y aplicar los recortes a la clase política, pues hasta el que asó la manteca es consciente de que setenta y cinco diputados es un lujo que hoy por hoy no nos podemos permitir. Muchos dirán que la solución no es otra cosa que el chocolate del loro, pero aunque un grano no hace granero siempre ayuda al compañero. Pero eso a buena parte de la oposición poco le importa. Quieren exclusivamente un trozo del pastel sin importarles lo más mínimo lo que cuesta.