Los restos de Neruda

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

11 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los restos de Pablo Neruda deberían de ser un rabo de nube, como dice Silvio. O un tarro con viento. O una vela encendida en una playa frente al mar en Chile. O el vuelo de un beso. Pero los restos de Neruda han saltado al periódico como lo que son los restos físicos de Neruda, sin rimas ni estrofas. Resulta que un equipo encabezado por el forense vasco Francisco Etxeberria se encarga de determinar las causas de la muerte del poeta. Para dictaminar qué fue lo que pasó. El problema es tóxico, dicen los especialistas, y el asunto se las trae. Hay que dictaminar si el vate y premio nobel murió de cáncer, como se creía hasta ahora, o pudo ser envenenado por cuestiones políticas. El asunto dará muchas páginas. Pero ahí están para siempre sus poemas, para ser disfrutados, nunca examinados. Esa manera única que tenía Neruda de renombrar el mundo entero o entero, el mundo. De provocar a las palabras para que hiciesen piruetas con los sentimientos. De encontrar valor a cualquier objeto que tuviese ante sus ojos luminosos como pocos. Había luz en su mirada, luz y sombra también, cuando era necesario. Neruda puede parecer sentimental, pero nunca deja indiferente. Como el deseo.