Maridos y mujeres

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

10 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Caramba, caramba con los matrimonios de moda. Una pensaba que la revolución feminista y la liberación sexual de las mujeres habían alumbrado un tipo de pareja posmoderna constituida por seres análogos que transitaban por la vida como compañeros. Que los cónyuges compartían responsabilidades y decisiones, desasosiegos y alegrías. Y, claro, que en todos esos casos los dos sabían de dónde salía la manteca para engrasar tanta fiesta. Al parecer no. O sea, que un señor marido puede aparecer en casa con un Jaguar y la señora con la que duerme reaccionar igual que si hubiera actualizado el menaje de sartenes. Que otro puede adquirir un palacete en Pedralbes y su mujer no preguntar cuánto cuesta el metro cuadrado ni quién lo ha financiado. Y que un tercero puede tener 22 millones en Suiza y su señora limitarse a disfrutar de lujos y privilegios, casoplones y abundancias y aplacar cualquier respingo de sospecha con ese viejo: «Chica, yo es que de números no sé nada. Todo lo lleva Luis». Y en este punto del año 2013 creo que es de justicia proclamar nuestra vergüenza porque pretendan que nos creamos que hay mujeres que se benefician del estatus que les proporcionan sus maridos sin hacer preguntas. Señalo que debería sonrojarnos el tufo paternalista de las estrategias de defensa de Ana Mato, Cristina de Borbón y Rosalía Iglesias. Y propongo despreciar ese argumento retorcido que precisamente apela al sexismo para intentar desactivar la sorpresa que nos genera el analfabetismo conyugal de estas señoras que, por cierto, comparten algo: el cuajo para disfrutar de las regalías que sus compañeros afanaron con dinero del contribuyente. Por parte de ellas no será delito, pero cómo repugna.