No me temblará la mano, el que la hace la paga, que cada palo aguante su vela, caiga quien caiga, que la Justicia llegue hasta el final. Estas son algunas de las tópicas frases hechas con las que Rajoy, De Cospedal y Sáenz de Santamaría han tratado de contrarrestar las dos misiles que han estallado en Génova 13 en los últimos días: Bárcenas ocultó 22 millones en Suiza -hecho probado- y repartió sobresueldos en dinero negro a la cúpula del partido -según informaciones periodísticas-. A esta última acusación la secretaria general ha respondido con un más que inquietante no me consta, que no es lo mismo que me consta que no. Ni una sola explicación sobre un gigantesco escándalo que ha puesto en el punto de mira al presidente del Gobierno, que era el máximo responsable del PP mientras Bárcenas amasaba su fortuna y lo ascendió de gerente a tesorero. Si no se enteró de sus manejos, su responsabilidad in vigilando es evidente; si los conocía y no hizo nada, estaríamos hablando de algo mucho más grave. Ahora Rajoy anuncia mano dura contra los corruptos y De Cospedal una revisión de las cuentas. Una reacción que carece de credibilidad e indica que tratan de ganar tiempo. La realidad es que desde que irrumpió el caso Gürtel la dirección popular ha echado balones fuera, denunciando que era una «trama contra el PP». Ahora trata de desentenderse de forma ridícula diciendo que el exsenador ya no es del partido. En unos tiempos en los que muchos ciudadanos lo están pasando muy mal por los recortes del Gobierno, estas revelaciones y la forma de afrontarlas de Rajoy, con su habitual dontancredismo, resultan demoledoras. La indignación crece por momentos.