Seamos moderados con Artur Mas

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

07 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Una persona sensata debería comenzar el año echando pestes contra la deriva soberanista de CiU, de ERC y la actitud benevolente respecto al soberanismo del PSC. También podrían dedicarse airados pitos a Bildu, y al PNV, que también sueñan con su chistu soberano. E independentistas los hallamos también en Galicia, Canarias, Asturias y en municipios despoblados de Cuenca, Cáceres y Almería, que sueñan con acuñar moneda propia y un ejército salvador con el que iniciar la conquista del mundo. Pero, aunque mi propensión a la vehemencia me había ya inspirado un título áspero para este artículo, voy a ser moderado. ¿Y por qué voy a ser moderado ahora que precisamente estoy arrebatado por la soberbia edición, de la Fundación Castro, de Prosa, I, de Quevedo, uno de los escritores más ingeniosos y salvajes -y salvajes en todos los sentidos del término- de la literatura mundial? Porque en los últimos meses recibo varias veces al día un correo electrónico de WordPress con este texto: «Pendientes de moderación dos archivos». Y tantas veces he recibido este «pendientes de moderación» que ya no levanto la voz en ninguna circunstancia por dura que sea. Digamos, pues, con moderación: Artur -con acento agudo, en catalán-, Arturillo, Mas, dulce Masillo, sal de tu pueblo (en los dos sentidos quevedianos de la frase), ¿no crees que hay que ir hacia el Estado mundial -sí, ese que propugnaba Bertrand Russell- y aparcar para nuestra próxima reencarnación las soberanías de aldea?