Hernández y Fernández

José Manuel Otero Lastres PUENTES DE PALABRAS

OPINIÓN

16 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Como ustedes saben, Hernández y Fernández son dos personajes de Las aventuras de Tintín, que actúan como agentes de la policía secreta, de aspecto muy semejante, con escasas luces y poco éxito en las misiones que les asignan. De sus señas de identidad destaca de manera especial la reiteración que hace uno de lo que dice el otro, a veces con equivocaciones, añadiendo antes de su frase: «Yo aún diría más». Pues bien, cada vez que oigo en la televisión los discursos vacíos y trasnochados de Toxo y Méndez me vienen inevitablemente a la mente los agentes Hernández y Fernández.

No creo que dichos dirigentes sindicales tengan escasas luces. El solo hecho de llevar tantos años al frente de los dos sindicatos mayoritarios de ámbito nacional, habiendo pasado por vicisitudes económicas y sociales de gran complejidad, obliga a reconocerles, cuando menos, la astucia suficiente para conservar el poder. Pero opino que hoy carecen de la pericia, aptitud e idoneidad necesarias para dirigir los sindicatos, cuya función constitucional es defender y promover los intereses económicos y sociales de los trabajadores. Así lo demuestra el hecho de que se mantuvieran prácticamente en silencio ante una política económica del Gobierno que hizo crecer vertiginosamente el paro: en el 2007 la tasa era del 8,47 % (en total, 1.856.000 parados) y ascendió al 21,52 % (con una cifra de 4.978.300 parados) a finales del 2011. La mansedumbre de los indicados dirigentes sindicales durante esos años contrasta con el radicalismo de la postura seguida a partir del 2012, año durante el cual convocaron dos huelgas generales, una en marzo y otra muy recientemente.

A la vista de lo que antecede, cabría preguntarles si acaban de darse cuenta de la pavorosa situación en la que se encuentra el empleo, o si lo que están defendiendo son los momios y privilegios de los que han venido disfrutando. Pero el escaso seguimiento que han tenido ambas huelgas -la última en un clima social propicio para que triunfara- hace innecesaria la pregunta: los dirigentes mencionados están ante una imparable pérdida de credibilidad por haberse dedicado a defender sus propios intereses personales por delante de los que les encomienda la Constitución a los sindicatos. Lo cual es lamentable, porque hay otros sindicalistas que hacen una labor admirable, como ha sucedido recientemente con los que han negociado el plan industrial de Renault, que ha consolidado por bastante tiempo las plantas de Palencia, Valladolid y Sevilla.