Zarrapastroso

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

05 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Se habla un español zarrapastroso. Lo dice Víctor García de la Concha, el director del Instituto Cervantes. Insiste en que hay «dejación» en la forma de hablar. Y no se trata solo de los mensajes telefónicos de los adolescentes, esos avisos que ni siquiera merecen llamarse telegráficos y en los que casi todo aplica el machete a preposiciones y sustantivos con afán de carnicero. Ya no se cuidan ni los circunloquios, esos que, cuando son necesarios, florecen en Sudamérica y Centroamérica hasta rozar la poesía, que se asoman con naturalidad al comentario de Valdano para darle una pátina épica a un partido intrascendente o que manan con aire filosófico de cualquier declaración de Federico Luppi. Porque las palabras tienen el don de darle cierta sustancia a lo más insustancial, de vestir con estilo ideas peregrinas. Pero eso por estos lares parece haberse erosionado. Hay torpeza hasta para el eufemismo, ese espejo utilizado en esta crisis por cualquier escudero que se precie. Pero el reflejo no deslumbra al ciudadano. Ayer mismo el vicepresidente de la patronal se refirió a la detención de Gerardo Díaz Ferrán como una «incidencia».

Lo que viene siendo una cuestión sobrevenida. Más o menos una especie de «pasaba por allí». Como ese añadido en las fichas de deportes en el que se detalla que hubo un minuto de silencio, que el árbitro mostró una tarjeta amarilla a Pepe y que el campo estaba en perfectas condiciones. Incidencias. Solo que las de Díaz Ferrán eran en metálico. García de la Concha, por cierto, lanzó sus dardos cuando presentaba El libro del español correcto. Pero, por lo que se ve, el título no debería ceñirse solo al idioma.