Las obispas

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

01 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El sínodo de la Iglesia anglicana decidió hace unos días rechazar la propuesta de que las mujeres pudiesen acceder a la dignidad del obispado. La noticia llegó de dos formas a los hispanohablantes. Unos diarios informaron de que no habrá obispas en la Iglesia de Inglaterra, y otros, de que las mujeres no serán ordenadas obispo en esa comunidad cristiana.

Atendiendo a criterios morfológicos, los femeninos de los sustantivos terminados en -o que designan profesiones, títulos y cargos generalmente se forman cambiando la -o por -a: médico/médica, joyero/joyera. Hay excepciones, como algunos nombres que son comunes en cuanto al género: el/la testigo, el/la piloto.

Pero en la formación de femeninos de profesiones, títulos y cargos intervienen no solo criterios morfológicos, sino también condicionantes de tipo histórico y sociocultural. En muchas actividades y profesiones la presencia de la mujer es reciente. Los nombres de aquellas no tenían forma femenina, pues solo las desempeñaban varones. A la hora de incorporarse la mujer a esas funciones, a muchos hablantes les cuesta emplear formas nuevas, unas veces porque les disuenan por su novedad, otras porque al no estar en el Diccionario hay quien cree que son rechazas por la que se suele ver como la autoridad lingüística.

Hay un conservadurismo espontáneo que se rompe si antes lo hacen un líder de opinión o una institución. Algo así pasó con las obispas de la Iglesia de Inglaterra. Crear un femenino a partir de obispo no tenía dificultad. El problema era emplearlo cuando ni siquiera existen mujeres con esa dignidad. La Fundación del Español Urgente distribuyó hace días una nota con la recomendación de que se emplease el femenino obispa y esta forma triunfó inmediatamente en los medios de comunicación, aunque no en todos.

Por aquí no se ha planteado la elevación de la mujer al obispado, pero sí se ha debatido su ordenación sacerdotal. Y nombrarla como la sacerdote o la sacerdotisa, elección en la que intervienen condicionantes históricos y socioculturales, como con las poetas y las poetisas. Pero eso debe quedar para otra ocasión.