Joaquín Almunia y la caja negra

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez ESTADO BETA

OPINIÓN

29 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Escuchar ayer a Joaquín Almunia fue como estar dentro de una caja negra de metal en la que cualquier golpe genera un ruido enloquecedor. El comisario europeo, que manda mucho (mucho), dio cuatro claves de la reestructuración financiera que debe acometer Novagalicia Banco (como anécdota decir que se equivocó y que habló de Novacaixagalicia, que ya no existe como entidad): es un banco débil, en proceso de reestructuración, recibirá 5.425 millones de euros y tiene un plazo de cinco años para encontrar un comprador (banco o inversores internacionales) y devolver el dinero. Más alto se podía decir, pero no más claro. La dureza de su expresión, de su voz y la frialdad del lugar provocó estremecimientos. Sin embargo, todas las exigencias expuestas eran ya conocidas y lo que estaba diciendo Joaquín Almunia es que Bruselas le daba cinco años a NCG para mantenerse viva y posicionar a Galicia dentro del mapa financiero de España.

Es complicado pensar en que Novagalicia sobrevivirá cuando desde púlpitos gubernamentales y financieros se habla de que solo quedarán cinco grandes instituciones. Pero hasta aquí ha llegado, y más de uno no daban un duro por ella. Ya se han quedado por el camino, además de CCM y Cajasur, la CAM, Unimm, Banco de Valencia, Catalunya Caixa, lista a la que se podrán añadir otras tres o cuatro entidades más en los próximos meses.

Todavía queda partido para NCG. Tiene un lustro por delante para buscar inversores que permitan mantener los centros de decisión y la entidad en el territorio.

Llega, por lo tanto, la hora de los gestores. Es su proyecto. Lo han aceptado. El fracaso a partir de aquí será su responsabilidad porque hasta ahora han estado resolviendo problemas que generaron los que intentaron perpetuarse en el poder: renovación del consejo de administración, idear el arbitraje como fórmula para desliar el problema de las preferentes, limitar el negocio importante de los atrezos a los que estaban acostumbrados los antiguos gestores, etcétera.

Ayer, Almunia estuvo duro, pero elegante. No dijo nada que no fuera cierto, y le dio luz verde a las fórmulas que para salvar la entidad que le expusieron José María Castellano y César González Bueno.

Entre el blanco y el negro hay matices. Por complicado que pudiera dibujarse el horizonte, NCG tiene futuro. Intentará vivir con el visto bueno del Banco de España, FROB, Ministerio de Economía, Bruselas y FMI. La Xunta también actuó, y los partidos políticos con representación en el Parlamento gallego. Todos empujaron y ayudaron.

Otra NCG comienza a andar.