El modelo territorial no tiene solución

Jaime Miquel
Jaime Miquel TRIBUNA

OPINIÓN

02 nov 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

L a demanda soberanista del Gobierno de Cataluña ha quebrado el consenso autonómico en España. Antes querían un Estado de las autonomías, como el que hay, 7 de cada 10 electores; tres de estos prefieren ahora un Estado central, y aumentan los federalistas, independentistas y confederados. Los que prefieren un Estado central sin autonomías son ahora el 26 % de los españoles de 18 y más años, dato que incluye a los nacionalistas vascos, catalanes, gallegos y otros. Si los excluyéramos, serían casi 4 de cada 10 los ciudadanos españoles que prefieren suprimir el modelo autonómico, lo que es consecuencia de la pérdida de confianza en esta Administración del Estado. La percepción ciudadana es que la deuda se ha generado sobre todo en las comunidades, donde se han instalado a vivir del presupuesto hordas de privilegiados, y este es un factor de ruptura que no tiene nada que ver con una reacción centrípeta ante la demanda soberanista del Gobierno catalán, aunque esto último también interviene.

El problema es muy grave, porque el eje identitario (nación única o Estado plurinacional), cruzado sobre el espacio ciudadano de ruptura (electores sumisos a la UE o no), define un cuadrante para la ultraderecha española del siglo XXI. Define el espacio del ultranacionalismo español, castellano, xenófobo, violento y antieuropeísta, con posibilidades de éxito electoral en ciudades como Madrid o Valencia, a partir de votantes englobados ahora en el PP, o ya en la abstención. Y el problema no tiene solución desde donde estamos, porque el Estado de las autonomías ha profundizado en una cultura de lo mío, esencialmente reivindicativa frente a la parte central, una cultura competitiva e insolidaria entre los territorios; su esencia se resume en la cláusula Camps: lo que le des al catalán yo también lo quiero, justo lo contrario que caracteriza la cultura federal, que persigue objetivos nacionales desde los Estados. Porque, siguiendo esta lógica, si Cataluña consigue formularse como Estado independiente de España ante la UE, la Comunidad Valenciana también lo hará. La España federal que nos sugiere el PSOE no es viable desde el actual Estado de las autonomías, por esto no sabe explicarla. Muchas de estas comunidades autónomas son de nueva planta y en consecuencia simples decisiones administrativas: lo que no es, difícilmente puede ser, y en la Unión Europea del siglo XXI no tiene sentido el Estado de La Rioja, por poner un ejemplo. Tampoco tendría aceptación social proponer ahora más poder para los políticos autonómicos. Por lo tanto, esta España federal del PSOE y de la vieja izquierda española solo tendría sentido con tres Estados, el catalán, el vasco y el resto; un resto de identidad mayoritaria no española, sino castellana. En ese caso, lo gallego o lo valenciano plantearían los mismos o más problemas de integración que lo catalán o lo vasco en la actualidad. Con lo que hay, el modelo territorial de España no tiene solución.