¿Cuándo se harán el harakiri?

OPINIÓN

01 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Las Cortes franquistas se hicieron el harakiri en 1976 antes de que el tsunami democrático las arrollase. Esta «voladura controlada del régimen» facilitó la transición pacífica de los españoles a una monarquía parlamentaria, gracias al rey y a políticos como Suárez, Carrillo y González.

Un harakiri similar tienen que aplicarse los partidos políticos para sacar a España de la crisis que nos atenaza. Volver a las esencias de la clase política que protagonizó la transición y deshacer el camino que la ha convertido en una clase política alejada de los ciudadanos y ocupada en el lucro de sus socios de partido, despreocupada del interés general y creando burbujas económicas que necesita para alimentar a sus voraces cuadros, a los que concede salarios y trabajo desde que ingresan en sus juventudes y hasta después de la jubilación.

César Molinas afirma en su libro de próxima aparición, ¿Qué hacer con España?, que el sistema diseñado en la Constitución se ha convertido en un monstruo de Frankenstein al que «por una serie de imponderables se le acabó implantando (en el cerebro) una clase política profesional que rápidamente devino disfuncional», hasta consolidarse como una «élite extractiva en el sentido que dan a este término Acemoglu y Robinson» en su volumen Por qué fracasan las naciones. En él señalan que esa élite extractiva se caracteriza «por tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio; por tener el poder suficiente para impedir un sistema institucional que distribuya el poder político y económico de manera amplia, que respete el Estado de derecho y las reglas del mercado libre».

Los españoles no soportarán más reformas coyunturales que afecten a su economía doméstica mientras constaten que las estructurales que nos permitirían salir antes de la crisis y menos empobrecidos no se hacen porque conciernen al interés particular de los partidos. Para reconducir todo esto tienen que cambiar su mentalidad, suprimir organismos públicos creados únicamente para colocar a políticos, Administraciones que triplican los niveles administrativos, Parlamentos autonómicos hinchados. Y los políticos que queden, dignamente pagados y mejor controlados por el elector. En definitiva, hacerse el harakiri. ¿Lo harán? Es lo que el ciudadano pide a gritos.