En Granada todo es posible. Incluso que no gane ninguno de los equipos enfrentados en un partido que brilló por la falta de ideas. Unos y otros ignoraron esa máxima que dice: «El balón, tras controlarlo, hay que soltarlo pronto», consejo que siguen ignorando algunos de los profesionales que se vieron en Los Cármenes. En el último cuarto de hora, y quizá también antes, el Deportivo desaprovechó varias ocasiones para cerrar un partido que tuvo ganado desde el minuto 40 cuando, entre un defensa y el portero Toño (que en el último tramo realizó un par de intervenciones decisivas), sirvieron en bandeja al deportivista Oliveira una ocasión que él convirtió en el único gol coruñés. Un gol que llegó a creerse suficiente para que el Deportivo resultase vencedor del encuentro. Repetir lo de encuentro es con la intención de no confundirlo con lo que debe entenderse como partido oficial, correspondiente a la mejor Liga del mundo.
Siempre valoramos los empates fuera de Riazor pero esta ocasión de Granada, tras la ocasión que tuvo Pizzi a 10 minutos del final, recordarla agiganta la lamentación. El empate no dice lo que fue el partido, donde, si alguno de los equipos tuvo buenos momentos, este fue el Deportivo. Su rival pareció resignarse con una derrota de la que se libró porque en Granada todo es posible.