Promesas

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

03 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Aestas alturas creer en las promesas, compromisos y, no digamos ya, en los programas electorales de los políticos es cosa de ilusos o de fanáticos. Esto vale para los que gobiernan y los que gobernaron. A los demás hay que otorgarles el beneficio escéptico de la duda. Ya Tierno Galván dijo que los programas se hacen para no cumplirse. Pero una vez en la Moncloa, Rajoy reformuló la máxima del viejo profesor de una forma que no deja lugar a dudas: «Haré cualquier cosa aunque no me guste y haya dicho que no lo voy a hacer». Discrecionalidad absoluta. Ninguna atadura con la palabra dada. Si, además, se presentan las medidas como las únicas posibles, el círculo se cierra. No hay otra por el bien del país. Así justifica la subida de los impuestos, incluso del IVA, contra la que hizo campaña en la oposición, los recortes en educación y sanidad y tantas otras rectificaciones flagrantes. Ahora aduce que «la realidad» es la que le ha impedido cumplir su programa. Es cierto que la situación económica española ha empeorado mucho desde que llegó al poder, pero también que no podía desconocer la magnitud del desastre con el que se iba a encontrar. Y, sin embargo, hizo promesas que estaban fuera de la realidad, como que con él se recuperaría la confianza o bajaría el paro. No es nuevo. Zapatero prometió pleno empleo, negó la crisis y aprobó recortes que dijo que jamás haría. Pero nunca antes se había incumplido tanto en tan poco tiempo. Al ciudadano solo le queda el acto de fe de creer o no a Rajoy cuando dice que la economía mejorará en junio o que el AVE llegará a Galicia en el 2018. O a Rubalcaba cuando promete que cuando gane hará lo que no hizo en el Gobierno.