Los actos simbólicos

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

31 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

N os faltaban Juan Manuel Sánchez Gordillo y Diego Cañamero para completar el circo de agosto. Los he visto a ambos en un programa de telebasura y lo entendí casi todo. Mientras el decimonónico Cañamero decía que «estamos en contra del robo», el inefable alcalde de Marinaleda (¡qué sombrero, Dios mío!) aseguraba que «los culpables no somos nosotros, sino los banqueros». Y punto.

Porque su teoría de «la legitimidad de los actos simbólicos» ampara lo que hacen y resiste cualquier argumentación en contra, venga de donde venga. Si asaltan un supermercado, dicen que eso no es un robo, sino un acto simbólico. Si ocupan un banco, los culpables no son ellos sino... los de siempre.

A este nivel se ha desplomado la dialéctica política nacional en este mes. Solo el actor castrista Willy Toledo lo ha entendido y ha corrido a prestar su iluminado apoyo. Los demás ni siquiera se han conmovido, incapaces de viajar con tanta rapidez hasta un siglo más atrás, cuando menos. Hay algunos filocomunistas que los quieren justificar, pero se frenan al comprobar que, para hacerlo, se tienen que poner a un nivel ideológico de encefalograma tal vez plano.

Sánchez Gordillo y Cañamero no tendrían futuro ni en la república más bananera. Y lo siento porque, aparte de su egolatría, seguro que los mueve un afán de mejorarlo todo, aunque sea por una vía demagógica y algo raterilla.

Uno mira hacia atrás y ve a Zapata o al Che Guevara (este en la foto de Korda, claro está). Luego mira hacia Sánchez Gordillo y Cañamero y piensa que se ha producido una falla en la sucesión de los hechos. El espíritu del tiempo (el Zeitgeist, que diría doña Angela Merkel) no da para tanto, ni consiente tanto acto simbólico a golpe de asaltos y ocupaciones. Hay que regresar al presente, y esto reza para todos, para Sánchez Gordillo y Cañamero y para los banqueros pendientes de acciones judiciales. Porque España lo aguanta todo, pero la imagen de España está sometida a un vapuleo constante en el exterior. Una lástima.

A este paso los extranjeros van a acabar sacando entradas para venir a ver el circo revolucionario de los actos simbólico-sublimes.

De momento, Sánchez Gordillo y Cañamero dicen que lo ven claro. Que Dios les conserve la vista.