A perro flaco

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias VALOR Y PRECIO

OPINIÓN

17 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La muy populista decisión del Gobierno argentino de expropiar la parte mayoritaria del capital de YPF supone una pésima noticia para la economía española, por lo que supone en sí misma, pero sobre todo por el momento crítico en que se produce. Si no se remedia -y el único remedio efectivo sería el de la presión diplomática en el contexto de una acción conjunta europea- el daño causado por este hecho se podría concretar en tres planos distintos.

En primer lugar, la misma compañía Repsol será víctima de su propio éxito en Argentina: seguramente la expropiación se entiende mejor al recordar el descubrimiento por parte de la compañía de un gran yacimiento de hidrocarburos no convencionales, que se estima que puede generar un valor de mercado superior a los 250.000 millones de dólares. Dependerá de la forma en que se concrete la nacionalización, y del precio finalmente pagado (no es para nada seguro que recupere la inversión, superior a los 10.000 millones), que muy probablemente darán lugar a complejos y largos procesos de arbitraje internacional, pero la petrolera española recibe ahora un golpe durísimo. La paradoja es que lo recibe de aquellos mismos que privatizaron YPF y lo abrieron al capital exterior en los noventa: un Gobierno peronista del que Kirchner algo sabía.

Mucho más importante, naturalmente, para el conjunto de nuestra sociedad es la repercusión que este conflicto tenga para los intereses españoles en Argentina, y aún más, para las densísimas relaciones entre los ciudadanos de los dos países. Piénsese que la inversión de empresas españolas en el país austral superan los 28.700 millones de euros, estando allí presentes, en mayor o menor medida, Telefónica, Endesa, Agbar, Gas Natural o los grandes bancos. Por eso habrá que saber modular la respuesta, más allá del dedo amenazador o la palabra represalias en boca de algún ministro. No vaya a ser que nos encontremos con un nuevo y extendido «fuera gallegos», que por cierto acaso pudiera afectar a algunas empresas realmente gallegas, sobre todo del sector pesquero.

Y luego está el tercer aspecto crítico: que la medida llega precisamente cuando los temores sobre el futuro de la economía española, y sobre todo en torno a la banca, están en todas las portadas de la prensa internacional. En relación a los bancos, pieza clave en la actual coyuntura, hay que recordar que la acertada decisión de invertir masivamente en América Latina en los noventa, germen de su expansión internacional, representa ahora una fortaleza imprescindible, un referencia de solvencia y su fuente principal de beneficio. En este momento es de valor estratégico evitar a toda costa que el factor YPF les acabe creando -a ellos y a todos nosotros- un problema adicional de desconfianza.