L o que sucede en Siria es un déjà vu, con una serie sucesos desastrosos para la paz de ese enigmático país que muestran la descomposición de una régimen que pierde el control de la población al actuar con violencia, masacrando sus ciudadanos. Al aumentar la violencia, y las víctimas civiles diarias, lo que era una revuelta se ha convertido en guerra civil, como en Libia, que acabó con Gadafi. Aunque aquí los acontecimientos discurren de manera diferente, pues la intervención internacional está bloqueada, por la Liga Árabe y por Rusia. Los árabes enviaron una delegación de paz que ha fracasado. Rusia está bloqueando la intervención de la ONU y actúa como mediadora también de paz, promoviendo negociaciones. Detrás de la revolución siria parecen estar sin disimulo los islamistas, que, como en otras revueltas árabes, aspiran a controlar el poder. Es curioso que Marruecos, Argelia, Jordania, el Líbano y Arabia Saudí se mantengan mientras han caído las dictaduras en Túnez, Libia, Egipto y Yemen. Si cayese Siria, Irán se quedaría sin uno de sus apoyos y se alteraría la relación de fuerzas estratégicas de Oriente Medio.