Secundarias y criminales

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

09 ene 2012 . Actualizado a las 11:13 h.

El balance de tráfico del 2011 nos trae la buena noticia de que, por octavo año consecutivo, desciende el número de víctimas mortales en las carreteras. Hacía ya 50 años que los muertos en carretera no bajaban de 1.500. Esta buena noticia de que en el 2011 fallecieron en nuestras carreteras 250 personas menos que en el 2010 no debe enmascararnos que todavía la cifra de muertos es altísima.

La cifra de 1.479 muertos en la carretera en el 2011 que, obviamente, no puede incluir la mortal cifra de heridos graves, que, por ejemplo, pasarán el resto de su vida en una silla de ruedas, es solo alentadora en comparación con los estragos de víctimas de los años ochenta y noventa del siglo pasado cuando nunca el número de víctimas mortales anuales bajaba de cuatro mil personas. Un promedio diario en el 2011 de algo más de cuatro muertos diarios nos alegra cuando pensamos en que, por ejemplo, en 1990, el promedio diario era de más de 16 víctimas mortales porque aquel año perdieron la vida en la carretera casi 6.000 ciudadanos.

Un dato a tener muy en cuenta es que en las hoy llamadas carreteras convencionales -y que antes, con más exactitud, por el peligro que entrañan, se llamaban en la tierra carreteras secundarias y, en el cielo, todavía hoy se siguen llamando carreteras del diablo-, mueren el 75 % de las víctimas.

Evitemos, pues, en lo posible, estas carreterillas tan peligrosas y salgamos de ellas rumbo a las autovías y autopistas lo antes posible. Reducir la velocidad en estas carreteras secundarias multiplica las posibilidades de supervivencia.