Educación para el consumo

La Voz NUESTRA ESCUELA

OPINIÓN

18 oct 2018 . Actualizado a las 10:18 h.

Las confederaciones de asociaciones de padres de alumnos vienen constatando la imperiosa necesidad de una buena formación de padres. Concapa celebró el pasado fin de semana unas jornadas en Lugo, dedicadas a la educación para el consumo. Muy oportunas después del reciente Informe de la población mundial, según el cual llegamos a los 7.000 millones de habitantes, naciendo 97 de cada 100 en países pobres y siendo cada vez mayores las diferencias entre ricos y pobres. Estas gravísimas conclusiones, sumadas a la actual crisis económica, nos inducen a pensar en el papel decisivo que la educación tiene en todo ello. Los niños son arrastrados muy pronto al mercado y tienen un prematuro contacto con el dinero. Sin una buena base formativa, son vulnerables a la presión irresistible de la publicidad. El ejemplo de la sociedad y de la familia no es positivo. En muy poco tiempo se ha pasado de la austeridad al despilfarro. Nunca tan alta ha sido la competencia por el dinero y por los bienes materiales. Hay que poseer el último modelo de móvil o de coche y, a ser posible, mejores que los del vecino. Los «cumples» se valoran por las marcas de los regalos y la Navidad se celebra desde octubre en los grandes comercios. El gasto superó las propias posibilidades, fomentándose el endeudamiento, aunque sea para adquirir bienes innecesarios. Por eso es tan importante sentar unas sólidas bases de educación para el consumo, enseñando a los hijos, a los alumnos, a convertirse en consumidores responsables, críticos y bien informados. La escuela tiene su competencia en esta materia, de carácter transversal en el currículo. Sin embargo, la principal responsabilidad educativa es de los padres y su ejemplo decisivo. No se puede suplir con regalos la falta de atención a los hijos, dar dinero en función del que reciben sus amigos o priorizar los aspectos materiales en cualquier acto familiar. El problema, como casi todos los que tiene hoy la educación, está en los valores. Sin austeridad, autocontrol, honradez o solidaridad, seguirá fomentándose el consumismo. Los jóvenes estarán insatisfechos, carentes de metas claras y a merced de criterios y pautas ajenas. A fin de cuentas, las cosas más importantes de la vida no se pueden comprar. Uno de los aspectos positivos que podría llegar a tener la actual crisis económica sería la recuperación de esos valores permanentes, que no tienen ideología ni color político.