Medicina de la supervivencia

| JOSÉ RAMÓN AMOR PAN |

OPINIÓN

17 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

LA PALABRA cáncer sigue siendo un tabú, una de esas realidades de las que no resulta conveniente hablar con naturalidad. Y, sin embargo, esa terrible enfermedad está ahí, a nuestro alrededor. Ojalá no existiese; si yo tuviera esa escoba mágica que preconiza la canción, ésta sería sin lugar a dudas una de las cosas que me apresuraría a barrer del mapa de la existencia cotidiana. Pero, como existe y golpea cuando menos lo esperas, lo más razonable es aceptar su existencia y enfrentarse bien armado y pertrechado contra ella. Todo el mundo debería unir sus esfuerzos para ampliar la acción social contra el cáncer y garantizar tanto la máxima supervivencia como la máxima calidad de vida de las personas enfermas, que, ante todo, son personas, con sus afectos, emociones, valores y creencias; y tener en cuenta también los problemas que afectan al cuidador principal. Por eso, cuando no abundan las buenas noticias, uno se alegra grandemente al saber que se van a tener en cuenta todas esas dimensiones en el plan de cuidados paliativos individualizado que va a poner en marcha la nueva Estrategia en Cuidados Paliativos, presentada esta semana por el Ministerio de Sanidad. La respuesta al cáncer debe ser un compromiso de toda la sociedad. Hay que prevenir, hay que curar causando el menor daño posible, hay que garantizar una supervivencia digna, hay que acompañar con mimo y sensibilidad. Probablemente debemos ir hacia nuevos modelos asistenciales, mucho más ágiles e interdisciplinares de los que disponemos en la actualidad. Si es mucho lo que hay que hacer en el terreno asistencial, no digamos ya en lo que respecta a la inversión en la investigación contra el cáncer, en la que nuestro país está a la cola de Europa. Por cierto, que en Galicia está la sede social de Zeltia (concretamente en la viguesa calle Príncipe), una de las empresas españolas más comprometidas con la investigación oncológica (y contra el alzhéimer) y con un futuro más prometedor. Probablemente haría mucho mejor el señor Touriño en mirar al suelo y ver cómo podría -el Gobierno que él preside- apoyar a esta gran empresa biotecnológica que paga sus impuestos en nuestra tierra, en vez de mirar a la estratosfera y preocuparse por tener un satélite «que fale en galego». Estos son los problemas reales de la gente y en los que nuestros dirigentes deberían ocupar su tiempo y nuestro dinero.