El PSOE y los nacionalistas

OPINIÓN

02 jun 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

SI SE empeña, el PSOE acabará por tener un gravísimo problema por su flanco no nacionalista. Dentro del partido y en el cuerpo electoral. Ciutadans, el partido constituido por un grupo de intelectuales de primera línea de la izquierda catalana, fue el primer aviso de que había mucha gente en Cataluña que, no teniendo nada que ver con el PP, rechazaba de un modo radical la política territorial del PSC. Hace unos días, el filósofo Fernando Savater y el historiador Carlos Martínez Gorriarán anunciaban en el País Vasco la posibilidad de echar a andar un proyecto partidista que responde a señas de identidad muy similares: impulsado por intelectuales vinculados a la izquierda desde su más temprana juventud, el partido nacería como una respuesta a la deriva oportunista de la dirección vasca del Partido Socialista, empeñado en confluir con el nacionalismo a cualquier precio al servicio de la política sin rumbo del Gobierno Zapatero. El que esos proyectos fragüen e incluso se extiendan a otras regiones españolas depende en gran medida de lo que hagan los socialistas en Navarra. Las dos alternativas son muy claras. Por un lado, cerrar un acuerdo entre el Partido Socialista de Navarra y Unión del Pueblo Navarro en la comunidad y en el Ayuntamiento de Pamplona para gobernar conjuntamente, o bien dejar que UPN, que está al borde de la mayoría absoluta en la comunidad (donde dispone con su aliado CDN de 24 de los 26 escaños necesarios) y en el ayuntamiento (donde tiene 13 de los 14 concejales necesarios) gobierne en solitario. Por otro lado, forzar la salida de UPN, pactando con los nacionalistas. El pacto nacionalistas-socialistas en la comunidad resultaría inexplicable, pues los nacionalistas son provasquistas (su objetivo primordial es que Navarra se incorpore el País Vasco) y los socialistas defienden desde siempre lo contrario. El pacto municipal resultaría aún más estrambótico si cabe, pues exigiría contar con ANV, lo que los socialistas han dicho no estar dispuestos a aceptar, cínica proclama que demuestra que saben que ANV no es una candidatura más «pacífica y legal», como sostenía hace quince días la vicepresidenta del Gobierno, sino la pura y simple transfiguración de Batasuna. El presidente del Gobierno -que será quien al final decidirá, digan lo que digan sus compañeros de Navarra- tiene la palabra. Si opta por el nacionalismo, ya no habrá disculpa alguna para que dentro y fuera del PSOE -entre los electores no nacionalistas de la izquierda- no se produzca la deserción masiva que su deriva pronacionalista está pidiendo a gritos desde hace muchos meses.