La más larga espera

OPINIÓN

28 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

EN EL marco territorial de esta Comunidad, el proyecto de la autovía A-8, o autovía del Cantábrico, o transcantábrica, es como un Guadiana en versión de infraestructura carreteril; asoma con intermitencia a la palestra de la actualidad, y lo hará de nuevo ahora, a punto de abrirse a la circulación su primer tramo gallego, entre Ribadeo y Reinante. Tras de incontables viajes desde el oeste y sur de Galicia hasta el occidente de Asturias, conocemos bien las dificultades del camino prioritario, la carretera ¿nacional? N-634 tan inapropiada en el tiempo que corre en función de las complejidades y de la intensidad del tráfico que soporta, de sus propias dificultades y de las de su entorno: la gran sinuosidad, sucesión de rampas y pendientes y las nieblas persistentes del alto de A Xesta. Nada tan radicalmente contrario a cualquier perspectiva de fluidez y de seguridad en el itinerario básico para la conexión gallega con el norte español, Francia y Europa, ya en los años primeros del siglo XXI. Sirve la valoración de un texto de J. M. de Areilza, de 1970: «las comunicaciones por carretera conforman la savia de la vida colectiva de los pueblos [¿] determinan la riqueza de un país, su fluidez mercantil, su equilibrio». Ignoramos si acaso la transcantábrica colma o no algún histórico débito, en sentido político o de gobierno, para con la Galicia de la lejanía. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII los ilustrados gallegos Sarmiento y Labrada reivindicaban un camino para carruajes entre la cornisa cantábrica y A Coruña y Santiago, por Mondoñedo y Vilalba. Utópica demanda ésta si advertimos que la región gallega era inasequible más allá del primer tercio del siglo XIX aun desde Castilla, según elaborado estudio de Santos Madrazo. Ni siquiera bastó para remediar tanta ancestral carencia el célebre Consejo de Ministros de agosto de 1970 en el pazo de Meirás con la estrella de aquel Plan de Accesos de Galicia, «región aislada del resto de la Península» por causa de sus «comunicaciones terrestres». Y se sucederán otros planes de carreteras, pero continuará siendo esta comunidad última de la fila en los mapas de autopistas y de autovías¿. Galicia, cenicienta de España en sus caminos.