Deudas de según y cómo

| FERNANDO ÓNEGA |

OPINIÓN

26 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

ESTÁ claro: para que las entidades de crédito no te asfixien por las deudas, hay que ser partido político o jugar partidos de fútbol. Quien sea partido político, si además gobierna o tiene posibilidades de gobernar, es inmensamente afortunado: por la experiencia de los socialistas de Cataluña, sabemos que pueden llegar a perdonarle el crédito. En cuanto al fútbol, y como se publica en otra página, el conjunto de quienes juegan partidos en Primera y Segunda División deben, según datos del Gobierno, cerca de 2.400 millones de euros, que se aproximan al medio billón de las viejas pesetas. Una pasta, como ahora decimos. Añade el Gobierno, y con toda razón, que el poder político no puede hacer nada. Si no ha visto a tiempo los desechos de Fórum y Afinsa, nadie espera que se meta en unas sociedades anónimas deportivas, mercantiles, que pueden ejercer todos los derechos: el derecho capitalista a forrarse y el supremo derecho a arruinarse. O pueden forrar a sus directivos, cosa habitual, y arruinarse ellos como entidad. Y pueden también convertir a sus trabajadores los futbolistas en una nueva casta de millonarios, que compiten en volumen de ingresos con los grandes empresarios, desplazan a duques, condes y marqueses de la crónica de sociedad y superan a la vieja oligarquía de nobleza de apellido. Supongo que estas endeudadas entidades pagan sus intereses a los bancos. Supongo que si no hay ningún directivo en la cárcel es porque han administrado con pulcritud esa ruina. Y supongo que en algunos equipos no existe el menor problema, por grande que sea el endeudamiento. Pienso, por ejemplo, en el Real Madrid. ¿Le hablamos de dinero, si acaba de traspasar a Ronaldo por más de seis millones de euros? Pero supongo también que prestar dinero a otros clubes tiene muchísimo riesgo. ¿Cómo se le prestan mil euros a un equipo que el año que viene puede bajar de categoría? Perdónenme: estos razonamientos sólo los hacemos los pobres. Oímos hablar de un millón de euros y nos parece el valor del universo. La vida nos tiene sometidos a otros miedos: cuando se publican las cifras del endeudamiento hipotecario, nos echan broncas tremendas. Cuando el euríbor crece una décima, parece que no podremos pagar, y se nos anuncian toda clase de maldiciones y tragedias. Y cuando empiezan a crecer los morosos, es porque ha llegado la crisis. Pero todo eso sólo nos ocurre a los ciudadanos y a las empresas normales. En cuanto dices que tienes pérdidas porque has contratado a un brasileño para hacer la bicicleta en el campo de fútbol, te sale a saludar el director de la sucursal bancaria. Lo dicho: para deber bien, como Dios manda, o partido o club de fútbol. Y es más entretenido el club.