QUEREMOS referirnos al tráfico en Galicia aunque antes parece forzosa la mención de los buenos resultados del pasado puente del Pilar, durante el cual se han constatado en España menos accidentes mortales -cuarenta y cinco- y menos personas muertas -cincuenta y cuatro- que en análogo período del 2005. Es confortante noticia aunque no es buena noticia. Convengamos en que la muerte en las carreteras no es tributo que haya de satisfacerse inexorablemente a costa de la circulación de vehículos. Hemos de asumir en este tiempo la afirmación de Claude J. Romer cuando advierte que «hoy poseemos los conocimientos necesarios para dominar las situaciones peligrosas y, si los aplicamos correctamente, los accidentes no pasarían de ser incidentes ocasionales». Vamos ahora con la leve glosa de dos noticias más en relación con el tráfico en nuestra comunidad, buenas y confortantes. La primera tiene que ver con el acuerdo político de acortar plazos en la consecución de la Transcantábrica, desde el compromiso de licitar a lo largo del año en curso la totalidad de tramos de obra que agotarían su curso en Galicia, de manera que se hallase útil en el año 2009. Agotadas las capacidades de la vieja N-634, es incuestionable la necesidad de más seguridad y fluidez de Barreiros a Baamonde. La segunda noticia parte del Plan de Seguridad Vial para Galicia, redactado en el pasado mes de agosto. Básicamente se trata de mejorar las técnicas para la vigilancia del tráfico, ampliando la acción a vías secundarias. El plan prevé cuantiosa dotación de radares fijos y móviles, y de etilómetros, con implicación en su uso de agentes de policías locales, sigue las líneas que marca el Plan Europeo de Seguridad Vial y hace declaración de finalidad, cual es la reducir el número de víctimas mortales en un 25% desde este año hasta el 2010. Las singularidades de Galicia y de su tráfico -geográficas, climáticas, demográficas, sociológicas- demandaban tratamientos específicos. Confiemos en que el empleo constante y racional de tantos medios alcance a cambiar malos hábitos, siquiera por la vía del temor, hasta entender que las normas de circulación deben cumplirse.