El «Papa» de Asia

OPINIÓN

21 jun 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

FILIPINAS ha sufrido muchas crisis políticas desde su independencia. El 70 por 100 de su población vive por debajo del nivel de pobreza y es uno de los destinos del turismo sexual. En este contexto hay que comprender la figura del cardenal Sin, fallecido ayer a los 76 años de edad. Era considerado uno de los líderes religiosos más importantes de Asia, atrevido y duro defensor de los derechos humanos, hasta el punto que algún medio de comunicación lo denominó «el Papa de Asia». Fue un estrecho colaborador de Juan Pablo II. Hijo de dos humildes comerciantes, fue ordenado sacerdote el 3 de abril de 1954. En 1967 fue consagrado obispo auxiliar de Jaro, cuya sede ocupó como arzobispo titular en 1972. De ahí pasó a Manila en 1974. Dos años más tarde fue creado cardenal por Pablo VI. No pudo participar en la elección de Benedicto XVI, en el que sería su tercer cónclave, a causa de su ya frágil salud (padecía diabetes y tenía que hacer diálisis). Su último gran discurso fue durante la celebración en Manila del IV Encuentro Mundial de las Familias, en el año 2003, poco antes de que su renuncia episcopal fuese aceptada por el Papa. Muy criticado por no aceptar los métodos artificiales de control de la natalidad, Sin pasará a la Historia por participar en 1986 junto a Cory Aquino en el mitin que propició la caída del dictador Ferdinand Marcos. Una segunda edición del People Power tuvo lugar en el 2001 contra el presidente Estrada por los numerosos casos de corrupción: «La población tiene que seguir en la calle hasta que el mal no sea vencido con el bien», había señalado. Estrada hubo de abandonar el poder. Todavía en julio del 2003, horas antes de que una parte del Ejército intentara un fallido golpe de Estado contra la presidenta Gloria Macapagal Arroyo, Sin pidió a los filipinos que estuvieran vigilantes contra los que planeaban abolir las instituciones democráticas.