PRIMERO fueron las publicaciones populistas estadounidenses y británicas las que, antes de que comenzase la guerra de Irak, se lanzaron contra Francia por no apoyar las posiciones de Bush y Blair en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es difícil de olvidar la agresividad del tabloide londinense The Sun (3.400.000 ejemplares de tirada) cuando, hace 15 meses, lanzó sobre París una edición en francés bajo el título «Chirac est un ver» (Chirac es un gusano). El Daily Mail también abrió un número con una foto del desembarco de Normandía y el titular: «Ingratitud monstruosa». Eran tiempos prebélicos y los distintos medios tomaban partido conforme a sus intereses o creencias. Después, vino la guerra, y el rechazo a Francia aumentó. Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono, había bautizado el eje franco-alemán como la vieja Europa , y deploraba su pasividad internacional y, muy especialmente, la escuálida grandeur de una Francia parapetada en el Consejo de Seguridad. Muchos estadounidenses todavía hoy consideran que el desafío francés, con París al frente de una corriente de antiamericanismo que recorrió el mundo, tuvo mucho que ver con que la Administración Bush se alejase de la ONU. El gran magnate mediático Robert Murdoch, propietario de la Twentieth Century Fox, de 175 periódicos (entre ellos, The Sun ) y de cientos de cadenas de difusión vía satélite, tomó el bando de la Casa Blanca, convirtiendo a Francia en un pim-pam-pum. Pero lo malo no ha sido que la prensa amarilla se haya decantado por estas fobias fáciles. Lo malo es que el mejor periodismo anglosajón se vio contaminado, y los ataques proliferaron en rotativos de calidad y cadenas de radio y televisión. Pensaba en ello al hojear la revista Newsweek del 24 de mayo, en cuya portada se impone un inesperado titular: «La muerte del bistró» (restaurante típico francés), y que precede un informe sobre la gran crisis de la cocina francesa, demolida por la procedencia foránea de los productos que antes la hicieron famosa. Hasta aquí llegaron las aguas. Y de España, observo, ya se habla menos. Hermanos, ojo al Cristo, que es de plata.