Mamelucos

| FRANCISCO RÍOS |

OPINIÓN

03 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

falar.ben@lavoz.es LA PETICIÓN de unos mamelucos azules causó desconcierto a la dependienta. Por un momento pensó que la señora que tenía delante le tomaba el pelo. Ocurrió hace unos días en un comercio coruñés. La mayoría de los españoles relacionan directamente a los mamelucos con un cuadro de Goya, una escena de la carga de la caballería napoleónica en la Puerta del Sol. En él, vecinos de Madrid luchan contra jinetes con turbante. Al que aparece en primer término están a punto de derribarlo y de hacerle probar el filo de un cuchillo. Bonaparte los había reclutado tras derrotarlos en su aventura norteafricana. Mameluco, voz procedente del árabe mamluk ('esclavo de origen no musulmán'), designaba a los integrantes de un cuerpo militar de Egipto que dio al país cerca de treinta sultanes. En su origen habían sido esclavos no creyentes. Con el tiempo se convirtieron al islam. La palabra ha adquirido nuevos significados. En español se emplea coloquialmente con el de 'bobo, necio'. En el portugués de Brasil, mameluco es el hijo de un blanco y una criolla o una india («As bandeiras podiam ser formadas por centenas ou até mais de mil homens, sendo o número de mamelucos e índios sempre bem maior do que o de brancos»). En varios países americanos se emplea para designar la prenda de trabajo de una sola pieza que en España se llama mono y buzo, y en América, mono y overol. También allí y, curiosamente, en alguna ciudad gallega es la ropa de bebé que la señora del principio pedía a la dependienta. ¡Quién le iba a decir a ésta que tenía tras ella en un estante varias cajas de mamelucos cortos de algodón con broches en la entrepierna, para bebitos de dos a seis meses a los que hay que cambiar el pañal con frecuencia! Si el sultán Aybak levantara la cabeza...