EL SUCESOR o la sucesora tendrá que quedarle agradecido o agradecida. Quizá sean razones de conciencia o, quizá también, un afán de acabar su ciclo político en Galicia con un ramalazo de coherencia. Los peor pensados lo atribuirán, incluso, a un síntoma de egolatría. Sea como sea, Fraga le está facilitando el futuro a su sucesor o sucesora, al menos, en un asunto: cuidar de no espantar a aquellos que, cuando les pregunta el CIS, se sienten tan gallegos como españoles, o más, pero aún así votan al PP. En la vida ya se sabe que hay ocasiones en las que importan menos las cosas que se dicen que el momento en que se dicen. Tres días después de que la Corte madrileña y sus escribientes se escandalizaran por los resultados electorales en Cataluña -según parece, España cruje y se disuelve como un azucarillo en un humedal-, Fraga dice lo que lleva diciendo varios años sobre la Constitución. Y lo hace a sabiendas de que se iba a montar un barullo. Se sale así de la fila que encabeza Rajoy, y al que le siguen perfectamente alineados los vicepresidentes, los ministros y hasta los alcaldes. Una fila prieta de fieles y sumidos seguidores de la doctrina de Aznar: la Constitución es tabú. Ciertamente, lo que hace Fraga es balancearse un poco en esa fila, porque a la hora de la verdad siempre ha condicionado sus propuestas de reforma a la desaparición del terrorismo o al naufragio del Plan Ibarretxe. Disipada la polvareda del barullo, lo que queda es una hábil jugada: transmitir a los gallegos de hoy y votantes del mañana que Galicia no necesita redentores nacionalistas ni socialistas asimétricos, porque para autonomía y autogobierno ya está él, Fraga. La reforma constitucional le está sirviendo al presidente de la Xunta para tratar de no perder el paso en unos tiempos en los que Touriño y Quintana tienen carnaza de sobra en el nacionalismo centralista de Aznar para pescar entre el votante del PP que se declara galleguista al CIS. Aznar y los suyos debieran ser comprensivos con Fraga, porque es a él y a su sucesor/ra a quienes les corresponderá mantener el poder para el PP en la única de las tres comunidades históricas en que lo tiene.