Niños

La Voz

OPINIÓN

CÉSAR CASAL GONZÁLEZ

29 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

El lenguaje de los niños es un lujo. Deja en pelotas al mejor escritor. Un niño que empieza a hablar es un espectáculo, el mejor espectáculo. Nada es lo que parece. Al oírlos, uno lamenta como al crecer nos volvemos tan serios y tan correctos, más grises que una nube gris. La risa suele ser amiga de la incorrección, de la broma. Tengo buenos ejemplos de las piruetas que hace el castellano en boca de un chaval. Ahí van, sin retoques: el pirata hace gimnasia. Qué pantalón tan bonito, tiene árboles. Voy a comprar una escoba pequeñita, pequeñita. Necesito pescadito. La escoba no funciona. No quiero nada de nada. Quiero ver una peluca (película). La puerta se hizo una pupa muy grande. Está allí la bruja mala y la reina mala. Mata a la araña ya. Vale. Va a venir el capitán Gampio. Mamá no tiene pañal. Papá, tampoco. No te caigas, tenedor. Llueve en la ventana. ¿Llueve en la calle? La avestruz es muy grande y come galletitas. Ahora los niños nos vamos del parque porque vienen a jugar los patitos. Papá tiene una manzana en la garganta; mamá, no. ¿Le pones un chicho a Blancanieves? Esta casa canta una canción. Vamos a comprar un poco de dinerito. Es mío, mío y mío. Me voy a la calle con Peter Pan y con el paraguas, adiós. cesar.casal@lavoz.es