FELIPE González promete que va a crear 800.000 nuevos puestos de trabajo y en esa misma legislatura se inicia una de las peores etapas de crecimiento del paro de la historia reciente. George W. Bush, ese líder cada vez más próximo, pide a sus electores: «Leed mis labios: no subiré los impuestos»; a los pocos meses, los impuestos suben. Considerando que nuestros dirigentes no mienten por vicio, la conclusión sería que tienden a equivocarse enormemente; errar no es humano, es político. ¿Están en ese trance los dirigentes del PP? El empeño en no enmendar el mensaje de que frente a la catástrofe del Prestige se ha actuado con presteza, con abundancia de medios y de la mejor manera posible choca con la percepción mayoritaria de los ciudadanos, que es la contraria; así lo desvelan las encuestas, que ponen al PP en trance de perder la Xunta. Un liderazgo basado en los votos no puede obstinarse en que la mayoría está equivocada, en que ladra o que tiene rencor; esa es la forma más rápida de pasar a la oposición. Y de confirmar que, una vez más, Groucho tenía razón cuando decía que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.