La bomba de aire combustible

| CARLOS FERNÁNDEZ |

OPINIÓN

17 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

SU CAPACIDAD destructiva hace de la BEAC una minibomba nuclear. Se trata de la Bomba Explosiva de Aire Combustible, que comenzó a investigarse en España en 1983, cuando el socialista Narcís Serra era ministro de Defensa. La parte técnica estuvo a cargo de Explosivos Alaveses (mientras que la empresa chilena Incar se dedicaba a su producción) y en los primeros años ya se invirtieron 100 millones de pesetas. La BEAC provoca en las víctimas, siempre muy numerosas a causa del amplio radio de acción sobre el que actúan, rotura de los pulmones y embolias de corazón y cerebro, con una lenta y dolorosa agonía. Está compuesta por botellas de óxido de etileno que revientan, diseminándose en gotas que explotan al mezclarse con el aire, produciendo una fuerte onda de presión. La BEAC fue probada por España en el desierto de Atacama (Chile), a finales de los 80, en presencia de ingenieros de la empresa española M.S. Systems. En octubre de 1990, La Voz de Galicia informaba de que sólo la poseían cuatro países: España, Estados Unidos, Israel e Irak. ¿Cómo la consiguió este último? Pues lo hizo a través de Libia y gracias al traficante de armas Carlos Cardoen, al que investigaba el periodista inglés Jonathan Moy cuando fue asesinado. Cardoen, que durante el régimen de Pinochet se hizo de oro con este tráfico, poseyó en España, desde 1988 la empresa Imecsa, sita en Pontejo (Cantabria). Imecsa fabricó piezas para bombas de racimo, que compró Irak. Los primeros modelos de la BEAC fueron fabricados por Estados Unidos, que los empleó, aunque en pequeña escala, en la guerra de Vietnam. El motivo principal para su uso fue que no había trinchera ni escondrijo que escapase a su onda en poco menos de un segundo y en un radio de varios cientos de metros. Incluso la sacudida hace que exploten por simpatía las minas subterráneas que hayan sido colocadas en su radio de acción.