JACKSON, EL AMIGO DE LOS NIÑOS

CÉSAR WONENBURGER

OPINIÓN

04 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Después de que hace unos años fuese acusado de pederastia, Michael Jackson revela estos días en una entrevista que, de vez en cuando, duerme rodeado de niños, y no los suyos precisamente. La polémica vuelve a estar servida. Un canguro de poco fiar Conociendo los antecedentes de Jackson, parece insólito que algún padre pueda dejarle a su hijo en casa. Como canguro, se sabe que no es muy de fiar. Sólo se entiende si en vez de cobrar por cuidar a los pequeños, paga, que ya lo ha hecho alguna vez, sin que la justicia americana, tan contundente con otros afroamericanos menos afortunados, tomase cartas en un «acuerdo privado». Justicia para todos El caso del cantante recuerda a Yo soy Sam , aquella película que protagonizaba Sean Penn. A un pobre hombre le quitaban a una niña, que él había criado amorosamente, por ser deficiente mental. Sin embargo, un cantante multimillonario y excéntrico puede comprarse una descendencia a su medida, y luego colgar a los críos por la ventana, como hizo en Alemania. Peligrosa documentación Ahora ya no se trata sólo de Jackson; parece que entre otros viejos rockeros prolifera una extraña y peligrosa variante de la rijosidad, la pederastia cibernética. Internet al servicio de las peores perversiones. Claro que luego siempre queda el fácil recurso de «me estaba documentando». Es lo que le ha ocurrido estos días al ex-guitarrista de los Who , pillado in fraganti por la policía. Cultura no siempre alta Pero no crean que las más bajas pasiones son exclusividad de cantantes de pop. No. En el mundo elitista de la música clásica también se cuecen habas. Uno de los directores de orquesta norteamericanos más conocidos no puede viajar al Reino Unido. Tiene allí una causa pendiente por un caso de abuso infantil. Lo mismo le pasa a Roman Polansky -gran aficionado a las lolitas - en EE.UU. Las bellas durmientes Hay países donde se venera (o veneraba, en otros tiempos) la vejez. En Japón, por ejemplo. Véase la excelente, aunque un algo densa, película del realizador gallego Eloy Lozano, Las bellas durmientes , que entre otras virtudes tiene la de sacar Santiago como nadie lo ha hecho hasta ahora. Allí son las chicas jóvenes quienes se ofrecen libremente para dar placer a los mayores. Es otra cultura.