Trabajo y justicia

| MARÍA XOSÉ PORTEIRO |

OPINIÓN

21 sep 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

ORA ET LABORA era la máxima benedictina que aconsejaba acompañar al rezo del trabajo continuo, porque para que se cumplan los sueños hay que luchar por conseguirlos. Las seiscientas mujeres gallegas que presentaron denuncias en lo que va de año como víctimas de la violencia de género aspiran a que su pesadilla remate cuanto antes y parece que la Xunta se ha decidido a hacer algo para ayudarlas incorporándolas al plan Labora que el presidente Fraga anunció en campaña autonómica como paliativo al paro juvenil. Es verdad que la noticia llega pocos días después del desaire de José María Aznar a las aspiraciones de los millones de españolas que esperaban el cumplimiento de lo que también prometió en campaña electoral: impulsar una ley para erradicar la violencia contra las mujeres. En todo caso, Manuel Fraga parece decidido a ponerse a la cabeza de la manifestación y actuar en un campo imprescindible para las mujeres que necesitan salir del túnel: la autonomía económica. Hace ya más de ocho años que el Parlamento gallego aprobó una proposición no de ley socialista para hacer lo mismo que ahora anuncia la Xunta. Lamentablemente, ha sido preciso cosechar mucho sufrimiento más para pasar a la acción y comprender que la clave del problema está en la vuelta a la vida normal de las mujeres que pasan por el calvario de la tortura y quieren evitar caer en el de la exclusión social. El paso inmediato y siguiente es resolver el problema judicial. Sólo en Vigo el Juzgado de Familia tarda más de tres años en dictar sentencias de divorcio. Es imprescindible arbitrar un camino más corto cuando la causa de la demanda sean los malos tratos.