Cuarto de derrota

ALFONSO DE LA VEGA

OPINIÓN

03 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

ESE ES el título de una interesantísima novela (Ed. Meteora, 2002) del ourensano Bernar Freiría que describe una peripecia humana de iniciación en el tenebroso mundo del narcotráfico gallego. El protagonista, Andrés Reboiras, una especie de Dante o de Eneas, aburrido de su trabajo como corrector de pruebas en una editorial, tras escuchar un fascinante relato de planeadoras y vivir una tremenda experiencia sexual con una antigua compañera de submarinismo, y con la excusa de preparar una novela, decide descender a un peculiar mundo abisal. El libro relata un viaje a las antípodas de la conciencia, a ese mundo esotérico, rara vez cartografiado porque suele pasar desapercibido en la cotidianeidad que configuran las sombras. Y no sólo del Grove, Marruecos o Colombia o cualquier otro paraje de la geografía, puesto que su dimensión auténtica cabe hallarla en la propia aventura del ser. Quizás a algunos les sorprenderá el desparpajo con que se describen las variadas motivaciones y complicidades de esa suerte de singular Fuenteovejuna que conforma la realidad oculta. Para Andrés la explicación está en el mar, en ese mar abismal que desde la Garita de Herbeira parece uniforme en su contemplación distante, pero que posee tantos matices como la propia conciencia cuando se vive desde dentro. En un mundo de hegemonía de lo financiero, donde todo se sustancia en dinero, se diluyen muchas barreras morales. El mar, igual que la vida, se transforma con el estado del tiempo y en estas épocas de mutación surgen otras actividades: «El dinero negro acaba convirtiéndose en blanco». La realidad en fábula y la fábula en realidad. Y así el dinero aparece como una epifanía bienhechora que cada vez tiene menos que ver con sus procedencias. Una inquietante y comprometida narración, pues, que nos muestra los entresijos de un mundo lejano y próximo a la vez, un Jekill y Hyde de las hermosas rías gallegas, porque como dice Feliciano, el contrahéroe iniciador de Andrés, las desventuras vividas se convierten en aventuras contadas.