UN DÍA DE FIESTA

OPINIÓN

14 may 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Miles de gallegos van a aprovechar el próximo viernes para darse un paseo por la playa o la montaña, si el tiempo ayuda. Otros lo van a dedicar a pescar. Decenas de miles pasearán con sus familias, tomarán unas cervezas y se atizarán un almuerzo que los dejarán sumidos en el sopor e inservibles para el resto de la tarde. Habrá quien lo destine a recuperar el sueño perdido y hasta a hacer parapente. Y la mayoría, se olvidará de que existe el mundo y dejará pasar las horas, con desgana, ante el televisor. Los editores emplearán la jornada de descanso para leer alguno de los cientos de originales que llegan a sus manos. Los libreros, quizás ordenen sus establecimientos. Los escolares olvidarán la literatura y las matemáticas. Y los profesores aprovecharán para desconectar. Aproximadamente dos docenas de residentes en este país, lo van a destinar a la lectura. Y de ellos, al menos dos, lo harán leyendo algo de Fray Martín Sarmiento. A quien las autoridades han dedicado el Día das Letras Galegas. Las mismas que un buen día decidieron que no fuese laborable. Porque creyeron que así la celebración tendría toda la brillantez imaginable. Y vistos los resultados, fueron incapaces de reconocer el error. El Días das Letras Galegas es, por encima de todo, un día de descanso. Además, este año, estratégicamente colocado en el calendario ante un atractivo fin de semana. Vaya usted a hablarle de Fray Martín Sarmiento, del problema del origen de la lengua, de la etimología, de las familias lingüísticas, o de comprar un libro, a quienes, con todo el derecho, esperan desde hace semanas que llegue el 17 de mayo con la misma ansia con la que aguardan el sorteo de la Lotería del Niño. Lo que se pretendía que fuese la gran fiesta de las letras de Galicia se quedó sólo en un día de gran fiesta. De reposo. Sin letras. Ni gallegas. Porque alguien ha tenido la feliz idea de hacerlo festivo. Quizás con el convencimiento de que él también merece darse un paseo por la playa. Y dedicarse a escuchar el canto las sirenas.