EL CÍRCULO VICIOSO

La Voz

OPINIÓN

01 abr 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Cada celebración del Aberri Eguna tiene una emoción distinta. Este año le ha tocado el debate sobre las reformas legales que conducirán a Batasuna a las tinieblas de la ilegalidad. Y no hubo sorpresas: Arzalluz respondió a las expectativas con una oposición frontal, dura y agresiva. La posible ilegalización de Batasuna le ha venido bien, como pontífice nacionalista, para envolverse en la ikurriña y, de paso, ponerse más demócrata que nadie y defender más que nadie la libertad de asociación. Ninguna sorpresa, por tanto. La única sorpresa sería que los oradores se decidieran a plantear la independencia. Pero la fruta, por lo visto, no está madura. Lo curioso es lo que pasa después: el Gobierno y la llamada por Arzalluz Brunete mediática responden con similar o superior dureza. Y así, se produce un efecto de acción-reacción, del que siempre sale beneficiado el nacionalismo. El mecanismo es muy conocido y experimentado: Arzalluz provoca, Madrid contesta y Arzalluz puede decir a sus fieles: «veis cómo no nos quieren?». Siempre ha ocurrido. Es una trampa saducea en la que siempre cae la razón. Es un círculo vicioso en el que los nacionalistas encuentran caldo de cultivo para el victimismo. Y no hay arreglo: a nadie se le ocurriría pedir ¿y Arzalluz, como perro viejo, lo sabe¿ que los argumentos nacionalistas queden sin réplica, porque callar sería otorgar. ¿Cuál es el problema que esto plantea? Sólo uno, pero inquietante: que los nacionalistas tienen su estrategia muy armada, y la manejan muy bien. Los constitucionalistas, en cambio, parecen andar a remolque, a la defensiva, sin más discurso que la réplica a la provocación. Lo que queda de este Aberri Eguna, para votantes del nacionalismo vasco, es que tienen un gran defensor de todo lo euskaldún, que los aglutina, aunque sean de Batasuna. En la respuesta, no se han visto ni una frase ni una idea capaces de penetrar en sus filas. Por esa repetida razón, el nacionalismo avanza, Euskadi se distancia de la idea de España y lo que cualquier ministro reconoce en privado: la situación es hoy peor que hace doce meses. Aunque, eso sí: quizá sea mejor que dentro de un año.