¿BRIGADAS ROJAS?

ENRIQUE CURIEL

OPINIÓN

21 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

El pasado martes fue asesinado en Bolonia el economista Marco Biagi, asesor del ministro de Trabajo. Cayó fulminado por dos disparos cuando regresaba a su casa. La noticia causó una grave preocupación en la opinión pública italiana por la similitud del atentado con el cometido en el mes de mayo de 1999 contra Massimo Di¿Antona, asesor del entonces ministro de Trabajo y alcalde de Nápoles, Antonio Bassolino, que formaba parte del gobierno de Massimo Di¿Alema. Aquel asesinato nunca fue reivindicado ni esclarecido, aunque la impresión de que Italia asistía al renacimiento de las siniestras Brigadas Rojas, trajo a la memoria de los italianos los peores recuerdos de los años de plomo . Ahora, Brigadas Rojas ha reivindicado, a través de una llamada telefónica, la muerte de Marco Biagi. Y las preguntas son inevitables. ¿Quiénes son realmente las Brigadas Rojas?, ¿cuáles son sus terminales?, ¿quiénes les inspiran? Italia esta viviendo un momento político trascendente. Existe una gran polémica en torno al gobierno de Silvio Berlusconi y de su ministro de Trabajo, con motivo del contenido del proyecto de ley que modifica el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores. El proyecto pretende, entre otra cosas, suprimir la obligatoriedad de readmitir al trabajador cuando no existe causa justa de despido. El potente movimiento sindical italiano intuye que se trata de dar un paso hacia el despido libre y la desregulación global del mercado de trabajo. Las centrales sindicales italianas habían convocado hace varias semanas una huelga general para el día 5 de abril y una gran manifestación prevista para mañana, sábado, día 24. Ahora, el atentado, tendrá un posible efecto paralizante entre los sindicatos, los trabajadores y la sociedad italiana. La memoria de las Brigadas Rojas es inseparable del nunca aclarado asesinato de Aldo Moro. El 16 de marzo de 1978, un comando del citado grupo, secuestró al líder democristiano cuando se dirigía a Montecitorio, Cámara de los Diputados, para asistir al debate sobre la confianza del cuarto gobierno de Giulio Andreotti, primer gobierno sostenido por el Partido Comunista Italiano (PCI). Se estaba materializando la apuesta del compromiso histórico , diseñada por Enrico Berlinguer, secretario general del PCI, y apoyada por Aldo Moro, presidente del Consejo de la Democracia Cristiana. Se pretendía desbloquear la política italiana, congelada por la dinámica de bloques, buscando un acuerdo estratégico para el saneamiento del sistema. El asesinato de Moro lo hizo imposible. La estrategia de contención de los comunistas prevaleció. Años más tarde, cenando con Berlinguer y Santiago Carrillo en una pequeña trattoria del Trastevere, Carrillo suscitó la cuestión del atentado: «Enrico, ¿quién mató a Moro?». La respuesta de Berlinguer la contaré otro día.