Nerea Barros al rojo vivo

CULTURA

Álvaro Ballesteros

La actriz de la «Isla Mínima» se confiesa: «Jamás caigo en la tentación». Te lo cuenta YES, la revista gallega de Gente, Creatividad y Tendencias

08 feb 2015 . Actualizado a las 02:31 h.

A Nerea Barros (Santiago, 1981) le sale la actriz por las venas. Ella es pura emoción cuando habla de su trabajo ante las cámaras. Y de sus compañeros. No pasa desapercibida, pese a que su trabajo en La isla mínima la haya contenido en una mujer de luto. Y con gran aplauso. Nerea es todo garra. «Soy como una gata. Necesito mimos pero saco las uñas como un animal», dice. Acompañada de su novio, Juan, de Trancas y Barrancas, damos un paseo por Santiago.

-Enhorabuena por esa «Isla mínima». ¿Qué te ha aportado?¿Cómo te ha cambiado?

-Esta película me ha cambiado sobre todo porque me ha llevado al Festival de San Sebastián, poder ir con una peli que adoro y que amo. Ha sido un sueño hecho realidad. A un nivel muy, muy alto.

-Me refiero a si esos pasos son definitivos para que te llamen actriz con mayúsculas. Te ha situado en otro nivel.

-Sí, claro, ha sido un gran paso. Escuchar a gente que sabe mucho de esto decir que has hecho un gran trabajo es un orgullo, esto me lo ha dado La isla mínima. Pero yo de estos temas hablo con mucha precaución. Es genial, pero yo lo veo con otro prisma. Todos los actores están genial.

-¿Tú tenías esa sensación cuando leíste el guion?

-Aluciné. Me gustó muchísimo y no era consciente, pero cuando tuve el primer ensayo en Sevilla y conocí al director (Alberto Rodríguez) lo primero que hice fue llamar a mis padres. Y decirles algo así como que todo de repente había un papel, un trabajo que era un diamante. Llevo luchando toda mi vida por esto y creo que esta película me lo va a dar.

-Y el final, no es que vaya a hacer ahora un spoiler, pero genera mucho desasosiego.

-Sí, a mí la peli entera me mantiene en tensión. La he visto cuatro veces y sigo pegando dos gritos, porque activaba algo en mí. Es superextraño. Porque no gana ni pierde nadie. Continuamente ves cosas nuevas. Es una peli para ver más de una vez.

-También escarba en esos silencios que son violencia. En como soportamos y no denunciamos. ¿Qué te saca a ti tu lado salvaje? Serías capaz de aguantar...

-En esta vida es mejor aguantar hasta un punto. Yo creo que hay que reflexionar y ver cómo actuar. El salvajismo o la locura normalmente no funcionan, no sirve para nada. Eso no quiere decir que me pueda contener siempre. Qué va. Soy una mujer explosiva. Soy igual que un animalico. -Pero animal tipo gato. ¿No? -Sí [risas]. Tengo dos y ya me dice Juanito, mi novio, que cada vez soy más gato.

-Eres más de que te acaricien que de acariciar...

-Soy más de que me acaricien, de bufar, de echar las uñas, soy muy corporal, hago todo desde ese punto y también me pasa mucho que digo lo que pienso y eso a veces retrae. Trae consecuencias.

-No te callas.

-Sí que me callo. Soy impulsiva, pero me controlo. Hay que reflexionar, porque de natural yo me lanzo, pero aunque me contenga, no sé cómo explicarte, me cuesta mucho mentir. Aunque sea actriz, se me ve en la cara. Para mí eso que dicen de que los actores son capaces de mentir más, no es cierto. Ser actor es poder convertirte en un personaje dentro de un trabajo y transformarse en otra persona. En mi vida diaria no tengo máscaras porque se me ve en la cara. Cuando algo me ha parecido mal, cualquier cosa me lo estás viendo en la cara, en los ojos, en mi manera de comportarme. Pero soy muy animal porque soy muy activa y estoy muy loca, me tienes que echar el lazo para pararme.

-Pero me queda claro que eres de gatos. De perros no.

-No. Adoro a los animales en general, pero tengo dos gatos y me encantan. Como son. Son maravillosos, superenergéticos. Los míos son gallegos, uno lo rescaté de un tejado de la rúa San Pedro. Tinta y Parrulo, son un poco gatos tullidos, a uno le falta una patita y a otro un trozo de rabo.

-Ya que hablamos de tu vida más íntima. ¿Tú te imaginas con hijos?

-En el futuro corto no. Y en el largo no lo sé. Como sé muy bien lo que significa ser una madre, es algo que tengo muy consciente, lo puse en práctica en esta peli, porque mi carrera se basa en la observación y en la empatía. De hecho para este personaje en lo que me basé fue en las mujeres del rural gallego, que trabajan a muerte, heroínas, duras como piedras, que tiraban con cuatro hijos y lo que las mantenía en pie era darles un mejor futuro a sus hijos aguantando lo que hiciera falta. Pues en eso veo a mi madre. En cuanto tienes hijos dejas de ser una mujer independiente y pasas a ser una persona que protege, responsable de otros. Yo tengo que sentirme realizada para decir es que ahora lo que necesito es tener un hijo. Y ahora mismo no lo siento. No sé cuando lo sentiré... Cuando lo sienta. A Juan y a mí nos encanta viajar, hacer mucho deporte y disfrutar de cada segundo, da igual en un sitio perdido en el medio de la nada, en una playa...

-¿Y qué deporte haces? ¿Es para desestresarte?

-Es básico para desestresarte y quitarte tensiones que luego te hacen estallar. Y más nosotros que no tenemos una vida con horarios. Yo para estar centrada utilizo mucho el yoga a 30 grados de calor y 50 por ciento de humedad, hago todos los deportes que tengan una tabla en los pies (surf, snowboard, bodyboard...), me encanta. Es como un mantra, esos deportes me sirven para tener un contacto absoluto con la naturaleza y después que estos deportes exigen sintonía con la naturaleza, no puede haber ansiedad ni tonterías humanas.

-¿Y qué eres más de invierno o de verano?

-Soy de primavera. Cuando hace calorcito, pero no te mueres de calor y puedes estar de manga corta y hacerlo todo, las gafas de sol... Del invierno básicamente me gusta la nieve. El resto nada. Yo soy de Santiago y la lluvia ya sé lo que significa. La gente no lo entiende cuando tú le dices allí tenemos musgo por algo [risas].

-Hablando de la peli otra vez. ¿Qué fue lo que más te costó?

-Yo estaba muerta de miedo, estaba muy contenta pero muy acojonada por quién tenía al lado. Tenía la presión de estar a la altura de Javier Gutiérrez, Antonio San Juan... Sobreponerme a eso y que no afectara a mi trabajo, que sumara. Y también me agobié porque es un personaje muy duro que está muy alejado de mí, para colocarme dentro de esta madre a las 7 de la mañana, después de dormir... Pensaba ¿seré capaz? La verdad es que desde el minuto uno los equipos trabajaron muy bien. -¿Y lo mejor? -Todo ha sido maravilloso. La primera escena cuando miro a Javi [Javier Gutiérrez], que hay como un flechazo entre esos dos personajes, que si fuera en otro momento y en otro lugar..., todo eso pasaba a través de nosotros. Y te ponía los pelos de punta, todo eso era de verdad. Yo me contengo y él se contiene. Eso es lo más grande, por eso nos dedicamos a esto.

-¿Qué te dicen tus padres?

-Están muy orgullosos, porque además a mis padres les daba mucho miedo esta carrera. Por eso hice antes Enfermería y estuve muy bien hasta hace dos años alternando las dos profesiones, pero ya sabes, mi madre insistía en «sacar unas oposiciones» [risas]. Pero llegó un momento en que ya le dije: «No. No me digas más esto». Y después de esta peli, me llamó un día y me dijo: «Nerea, te lo mereces todo porque llevas luchando por esto toda tu vida».

-Es normal de todas maneras esa preocupación por el sueldo fijo.

-Claro, claro. Yo soy la pequeña de tres, y además con la vida que ha tenido mi madre. Es normal, otra cosa es que a mí me doliera más o menos, pero ellos siempre me han apoyado. Yo he estudiado muchos, muchos años, ahora ya he dejado lo de la enfermería, porque al instalarme en Madrid ya no podía. Yo en el Clínico he estado muy bien, trabajando en la uci y en neonatos, me ha aportado mucho. Si soy lo que soy ahora, también como actriz, es por dónde he transitado antes. Haber visto la muerte de cerca, cómo son esas reacciones de la gente en esos momentos. Por eso creo que la vida hay que lucharla, disfrutarla y no cabrearse por cosas que son tonterías.

-Te veo en las fotos mordiendo la manzana, muy pecadora, muy Eva con tu Adán. ¿Eres de caer en la tentación?

-Huy qué va. Yo soy muy racional. Soy muy aire, pero soy muy de pensar. No caigo. Pienso muy bien las cosas. Caigo en tentaciones que me dejo yo caer, el chocolate, el disfrutar, cosas buenas en las que puedo pecar, sí. Pero en otras que tienen que ver con que puedas hacer algo que las consecuencias sean malas no. Tengo un superyo que me frena y una moralidad inculcada por mis padres, ahí no me ganan. No soy pecadora, sí tengo el lado pecador bueno, de pillina, el lado pícaro.

-¿Qué te levanta el ánimo en un día duro?

-El deporte, tomarte algo con los amigos... Disfrutar de los muchísimos placeres de alrededor. Yo muchas veces cuando tengo el día melancólico o más decaída, cuando estoy con gente que a lo mejor no te conoce mucho, pienso: «Qué ganas de llegar a casa». Por el mero hecho de sentir la protección de la gente que te quiere, con lo bueno y con lo malo. Esa sensación de «mamáaaa», qué gusto.

-En tus últimos trabajos te han caracterizado siempre «afeándote» con lo guapa que eres. ¿No tienes ganas de «explotar»?

-Síiii. Yo también tengo ganas. ¡Me podéis poner guapa no pasa nada! Que me pongan ya definitiva [risas]. Pero lo que sí me está encantando es que todos estos trabajos ya tienen una repercusión en la calle y me paran. Porque en general a la gente le cuesta mucho reconocerme y eso me gusta. Quiere decir que han entrado en un personaje. Después atan cabos y te encuentras. Y te dicen: ?Jolín, es que cambias muchísimo?.

-¿A ti cómo te gusta ir? ¿Tuviste alguna vez el pelo corto?

-¡Siempre! Hasta ahora lo llevaba muy «Manolito». Me gusta mucho el pelo corto porque es muy cómodo para la vida diaria, lo que sucede es que me limitaba mucho en los rodajes, marca mucho la personalidad el pelo corto, sobre todo cómo lo llevaba yo, desfilado, con flequillo, de repente con un pelo más largo que otros, más agresivo. Y eso está guay para Nerea, pero no para trabajar. De primeras prefieren que lleves el pelo largo.

-Te veo fenomenal con Juan. ¿Él también viene con frecuencia a Santiago?

-Sí, solemos venir juntos, en coche, con los gatos, mis padres ven a sus ?nietos? porque Juan tiene muchos amigos aquí también y disfrutamos mucho. Santiago, Galicia, para mí es mi casa, mi sangre. Son mis entrañas.