Alemania trabaja en la identificación del origen de los cuadros de Múnich

X. F. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Trata de restituir a sus dueños las obras robadas por el régimen nazi

05 nov 2013 . Actualizado a las 06:55 h.

Durante los años que ejerció el poder, el régimen nazi robó y confiscó miles de obras de arte, muchas de ellas clave en movimientos como el impresionismo o el expresionismo, que consideraba «enfermas» o «decadentes». Se llegó a elaborar una lista de «arte degenerado» que incluía unas 20.000 piezas de 1.400 artistas. Aunque en los últimos años se han devuelto algunas a las instituciones a las que pertenecieron o a los herederos de sus propietarios, muchas de estas obras se daban por perdidas.

Por ello, el hallazgo de 1.500 cuadros en un apartamento de Múnich constituye el mayor paso hasta el momento en la reconstrucción del destino de las obras confiscadas por los nazis. El Gobierno alemán, que ayer confirmó que conocía la existencia del tesoro, trabaja en la identificación del origen de los cuadros y que precisamente se había guardado silencio para facilitar este laborioso proceso. En torno a unas 300 piezas pertenecen a la lista que en su día inventariaron los nazis y unas 200 son objeto de solicitudes oficiales de búsqueda. Una de las piezas recuperadas es un cuadro de Henri Matisse que perteneció a un coleccionista judío, Paul Rosenberg, que tuvo que dejar atrás sus preciadas posesiones cuando escapó de París.

En el 2010 la Universidad Libre de Berlín inició un proyecto para documentar el paradero del «arte degenerado» y una de sus investigadoras, Meike Hoffman, lleva más de un año trabajando con el tesoro muniqués, con el objetivo último de restituir las piezas a sus dueños. Se prevé que Hoffman presente hoy el resultado de sus pesquisas.

Los 1.500 cuadros estaban en un apartamento propiedad de un octogenario, Cornelius Gurlitt, quien los heredó de su padre, Hildebrand, un coleccionista que reunió las obras purgadas por el nazismo. La cruzada del régimen contra el «arte degenerado» culminó en 1937 con una exposición bajo el mismo título, que ridiculizaba estas creaciones. Un año después, se autorizó la venta de lo confiscado para recaudar fondos con destino al Reich. Fue entonces cuando se les perdió la pista a muchas de ellas.