Muere el cómico británico Terry Jones, inolvidable madre del mesías Brian en un filme que también dirigió

Oskar Belategui MADRID / COLPISA

OBITUARIOS

Terry Jones, en el teatro municipal lisboeta de São Luiz, retratado en el 2008
Terry Jones, en el teatro municipal lisboeta de São Luiz, retratado en el 2008 Nacho Doce | Reuters

Miembro ilustre de Monty Python, fue responsable de poner en la mordaz picota del genial grupo de humoristas la idiosincrasia del Reino Unido y sus sacrosantas instituciones

24 ene 2020 . Actualizado a las 09:56 h.

Los Monty Python cambiaron para siempre el concepto del humor inglés: inteligencia y dadaísmo a partes iguales. John Cleese, Michael Palin, Terry Jones, Terry Gilliam, Eric Idle y Graham Chapman cimentaron a lo largo de las cuatro temporadas y 54 capítulos de su programa en la BBC, Monty Python's Flying Circus, un imaginario del absurdo del que beben todos los cómicos británicos que han venido después. Gilliam era el único miembro americano del grupo, el resto se conocieron mientras estudiaban en Oxford y Cambridge.

El grupo británico de comediantes Monty Python, Eric Idle, John Cleese, Terry Gilliam, Michael Palin y Terry Jones, retratados en Londres en junio del 2014
El grupo británico de comediantes Monty Python, Eric Idle, John Cleese, Terry Gilliam, Michael Palin y Terry Jones, retratados en Londres en junio del 2014 DANIEL LEAL-OLIVAS | EFE

Terry Jones, el segundo componente que fallece tras la muerte de Graham Chapman en 1989 a causa del cáncer, fue el encargado de dirigir tres de los largometrajes icónicos del grupo: Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (1975), La vida de Brian (1979) y El sentido de la vida (1983). En el 2016, su familia reveló que padecía una rara forma de demencia denominada afasia progresiva primaria y desde entonces permanecía alejado de la vida pública.

Su agente ha informado que el cómico ha muerto este martes a los 77 años. Deja un legado de tronchantes papeles en los que gustaba de disfrazarse de mujer de voz chillona, como en su personaje de la madre del mesías Brian. También fue inepto cardenal de la Inquisición, remilgado camarero francés y pianista en pelotas. Dirigió películas y documentales fuera de la órbita de los Python y escribió una veintena de libros para niños, así como artículos de opinión en diarios como The Guardian y The Observer.

Nacido en Gales en 1942, Jones creció en Surrey y estudió Literatura Inglesa en Oxford, donde coincidió con Michael Palin. Juntos empezaron a actuar en escenarios y a escribir piezas televisivas hasta que en 1969 se reunieron con el resto de los Monty Python. Su Flying Circus, que se mantuvo en antena hasta 1974, permanece como una una serie mítica que hoy sigue deslumbrando por su atrevimiento y el aluvión de ideas que desbordan cada episodio.

Todos los capítulos comenzaban igual, con Michael Palin de náufrago en los escenarios más insospechados, acercándose a cámara para decir «es...» justo cuando es cortado por la música rimbombante y los títulos de crédito de Terry Gilliam, colajes brutales del que permanece como memorable icono el pie del cupido de Bronzino aplastándolo todo. La idiosincrasia del Reino Unido y sus sacrosantas instituciones, el ensimismamiento de artistas e intelectuales y la cultura popular cayeron bajo la trituradora de los Python.

«¿Usted que prometió construir 80 millones de viviendas de protección oficial en Londres y que después de cuatro años ni tan sólo ha construido tres, se siente un poco decepcionado?», le preguntan a un político. Y responde: «No, en absoluto. Y además, si quiere le puedo dar una respuesta emitiendo sonidos guturales rarísimos que sé hacer». Cualquier inglés conoce el Ministerio de Andares Ridículos y el Maratón para Incontinentes. Su legado de subversión y carcajadas es tan influyente que, sin ir más lejos, un sketch suyo en un restaurante que solo ofrece carne de cerdo enlatada (spam) es el culpable de que el correo no deseado se llame así.

Miembros de los Ponty Phyton, en una escena de «La vida de Brian»
Miembros de los Ponty Phyton, en una escena de «La vida de Brian»

Terry Jones pronto dejó claro que estaba interesado en dirigir los largometrajes del grupo, en los que también intervenía como actor. La vida de Brian originó en su estreno un monumental escándalo al ser considerada blasfema por sectores católicos. Los cómicos aprovecharon los escenarios en Túnez de Jesús de Nazaret de Franco Zeffirelli, rodada un año antes, y pudieron producirla gracias al dinero del exbeatle George Harrison, que finalmente obtuvo abultados beneficios al ser un éxito de taquilla en todo el mundo.

Su última película juntos fue El sentido de la vida, una irregular amalgama de episodios bestias sobre la fecundidad de las clases bajas católicas o la rigidez del sistema educativo británico. Jones protagonizaba en ella un inolvidable gag que se reía de la exquisitez culinaria y la sobrealimentación, la escena más escatológica e hilarante del cine moderno: el pantagruélico banquete del señor Creosota, que devora exquisiteces hasta, literalmente, reventar. Él ya no participaría después en el filme Un pez llamado Wanda (1988), que reunió a John Cleese y Michael Palin con otros actores como Kevin Kline, Jamie Lee Curtis, Michael Palin, Patricia Hayes, Stephen Fry y Geoffrey Palmer y cuya dirección Cleese (autor del guion) dejó en manos de un profesional, Charles Crichton.

Ya con los Python disueltos, Terry Jones dirigió comedias y fantasías tan inteligentes como Servicios muy personales, Erik el vikingo y Viento en los sauces. Especialista en la poesía de Chaucer, apasionado de la historia medieval, escribió y presentó series sobre el tema.

También fue un firme oponente a la Guerra de Irak, a la que llegó a dedicarle un libro. Casado en dos ocasiones, superó un cáncer de colon en 2006 y tuvo a su tercer hijo en 2009. Jones se reunió con sus compañeros por última vez en el escenario en 2014 para un último show de los Monty Python en el estadio O2 de Londres. Su pérdida se llora en el Reino Unido con el dolor de haber perdido a un auténtico genio que hizo reír a varias generaciones. «Two down, four to go» [han caído dos, quedamos cuatro], tuiteó John Cleese.